En un caso histórico, un tribunal holandés dictaminó el miércoles que el gigante petrolero Royal Dutch Shell debe reducir, mediante su política corporativa, las emisiones de CO2 en un 45% para 2030 con respecto a los niveles de 2019, para el grupo Shell, los proveedores y clientes.
La histórica sentencia llega en un momento en el que las mayores empresas emisoras del mundo están sometidas a una inmensa presión para que fijen objetivos de emisiones a corto, medio y largo plazo que sean coherentes con el Acuerdo de París.
La estrategia climática actual de Shell establece que la empresa aspira a convertirse en un negocio de cero emisiones para 2050, con el objetivo de reducir sus emisiones de CO2 en un 45% para 2035.
Se trata de una decisión que obliga a una reducción mucho mayor que el objetivo actual de la empresa de disminuir sus emisiones en un 20% para 2030.
Un portavoz de Shell dijo que la empresa espera apelar la decepcionante decisión judicial del hoy.
“Estamos invirtiendo miles de millones de dólares en energía baja en carbono, incluyendo la carga de vehículos eléctricos, el hidrógeno, las energías renovables y los biocombustibles”, dijo el portavoz por correo electrónico. “Queremos hacer crecer la demanda de estos productos y escalar nuestros nuevos negocios de energía aún más rápido”.
Las acciones de Shell en el NYSE se cotizaban a US$ 38,70 a las 8:42 am EDT, equivalente a -1.10%. El precio de las acciones ha subido casi un 10% en lo que va de año, después de haber sufrido una caída de casi un 40% en 2020.
Un histórico punto de inflexión
Las demandas judiciales afirman que el modelo de negocio de Shell “está poniendo en peligro los derechos humanos y las vidas” al suponer una amenaza para los objetivos establecidos en el Acuerdo de París.
La demanda fue presentada en abril de 2019 por siete grupos activistas, entre ellos Amigos de la Tierra y Greenpeace, en nombre de 17.200 ciudadanos holandeses.
En virtud del Acuerdo de París, las naciones acordaron un marco para evitar que la temperatura global aumente más de 2 °C, aunque el acuerdo pretende evitar que el aumento de la temperatura global supere los 1,5 °C.
Roger Cox, abogado de los activistas medioambientales en el caso, dijo en un comunicado que la sentencia marcaba “un punto de inflexión en la historia” y podría tener importantes consecuencias para otros grandes contaminadores.
Por su parte, Sara Shaw, coordinadora del programa internacional de justicia climática y energía del grupo Amigos de la Tierra (Friends of the Earth), dijo que la organización esperaba que el veredicto “desencadenara una oleada de litigios climáticos contra los grandes contaminadores para obligarles a dejar de extraer y quemar combustibles fósiles”.
Mark van Baal, fundador del grupo holandés Follow This, declaró a la CNBC por correo electrónico que la sentencia del juez demuestra que “las grandes petroleras no pueden seguir desestimando el papel crucial que tienen que desempeñar en la lucha contra el cambio climático”.
En la asamblea general anual de Shell, celebrada la semana pasada, los accionistas votaron mayoritariamente a favor de los planes de transición energética de la empresa, pero, sobre todo, una minoría creciente rechazó la estrategia, insistiendo en que el gigante petrolero debía hacer mucho más en la lucha contra el cambio climático.
Según Reuters, el caso es el primero en el que los activistas llevan a una gran empresa energética a los tribunales para obligarla a revisar su estrategia climática.
Las repercusiones del fallo contra Shell
La histórica sentencia dictada por un tribunal holandés que ordena a Royal Dutch Shell que reduzca drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, crea un importante precedente que podría afectar a los Estados Unidos, donde se están litigando la mayoría de los casos climáticos del mundo.
En los tribunales de Estados Unidos se han presentado unas 1.375 demandas que buscan una solución al cambio climático, frente a unas 425 en otros países como, Francia, Reino Unido y Canadá, esto según el Centro Sabin de Derecho del Cambio Climático de la Facultad de Derecho de Columbia.
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