La energía solar y la eólica siguen atrayendo inversores a medida que caen los activos basados en combustibles fósiles. La EIA proyecta un crecimiento del sector de las renovables del 11% durante 2020.
En Australia, por ejemplo, dos grandes compañías energéticas, Origin Energy y Santos Ltd, están retirando el gasto de capital para petróleo y gas, en su lugar avanzan en las inversiones en energía renovable. La multinacional española Acciona, está procediendo a la construcción de un parque eólico de 1 gigavatio en Queensland.
También se evidencian acontecimientos similares en los Estados Unidos. El antiguo modelo de generación de electricidad ha estado dando paso a uno nuevo a lo largo de una década, y los mercados de capitales se han estado moviendo en consecuencia.
Rendimiento de las renovables versus las de origen fósil
El Wall Street Journal resumió el sentimiento de los inversionistas la semana pasada bajo el titular: Las granjas eólicas y solares son vistas como refugios en la tormenta del Coronavirus.
En el artículo se citaban las “oportunidades de rendimiento estable de bajo riesgo del sector en un momento de extraordinaria volatilidad del mercado”, señalando que los proyectos renovables a escala de servicios públicos suelen estar vinculados a acuerdos de compra de energía a largo plazo que aseguran ingresos estables.
Si comparamos esa evaluación con los resultados en el sector del carbón de Estados Unidos que transita por serios problemas financieros y las fallas crecientes de las empresas en todo el sector del petróleo y el gas, se puede llegar a la conclusión que el sector de las renovables está en pleno auge, aun cuando la economía está pasando por dificultades, mientras que el sector de combustibles fósiles enfrenta serias dificultades para generar rendimientos financieros.
Los intereses del sector petróleo y el gas están siendo diezmados debido a la conmoción mundial de precios que continúa en el lado de la oferta y porque una recesión económica impulsada por la pandemia, como la que no se ha visto en generaciones, está inhibiendo el lado de la demanda.
Lo que está sucediendo a nivel macroeconómico sólo perjudicará al carbón, también, una industria que desde hace algún tiempo ha estado en una espiral descendente debido a los cambios en las preferencias de la compañía de servicios públicos.
El Wall Street Journal también afirmó que los nuevos proyectos de energía renovable “probablemente se enfrentan a obstáculos financieros”. Pero sean cuales sean estos obstáculos, lo más probable es que sean menos sustanciales que los que enfrentan las compañías de combustibles fósiles.
De hecho, si el comportamiento corporativo, de la industria de servicios públicos y de la reglamentación es algún indicativo, miles de megavatios de proyectos renovables a escala de servicios públicos en curso parecen relativamente bien aislados contra ese riesgo.
Dos grandes proyectos regionales en EE.UU. ilustran la tendencia
En Nevada, los ejecutivos de NV Energy, una subsidiaria de Berkshire Hathaway, esperan poner en línea y a tiempo para 2023 el proyecto Gemini Solar + Battery Storage de US$ 1 billón y 690-megawatts. El proyecto va a tiempo incluso con un retraso inesperado y burocrático de aprobación del gobierno federal anunciado esta semana.
El compromiso de NV Energy con ese proyecto, el más grande hasta la fecha en el oeste de Los Estados Unidos, es un poderoso signo de cambio en la industria de servicios públicos.
En Arizona, que se ha rezagado históricamente en la inversión en energía renovable, esta vez los encargados de la formulación de políticas han recurrido repentinamente al argumento comercial de las energías renovables a escala de servicios públicos.
En un “cambio notable”, la Comisión de Corporaciones de Arizona (Arizona Corporation Commission – ACC), que regula los servicios públicos, aprobó, el 25 de marzo, el Ten West Link, una línea de transmisión de 200 km (125 millas) de largo para llevar energía renovable al estado.
El mismo día, el presidente de la ACC emitió una carta respaldando un llamado para “una señal clara e inequívoca” a las empresas de servicios públicos para que inviertan en una campaña estatal, pandémica o no pandémica, hacia una generación de electricidad 100% libre de carbono.
Un extracto de la carta muestra un pensamiento prospectivo: Arizona está compitiendo con los otros estados en el oeste y en todo el país para atraer compañías para que se trasladen y traigan sus trabajos aquí.
Muchas, si no todas, las principales empresas están estableciendo o han establecido objetivos agresivos de satisfacer todos sus requerimientos energéticos con energía limpia y/o renovable.
Si Arizona no tiene objetivos agresivos similares, estas compañías no se ubicarán aquí y perderemos sus muchas oportunidades de empleo (muchas de alto pago) a los otros estados que están estableciendo estándares de energía renovable y limpia”, asó puntualizó el presidente de la ACC.
Avances en otros estados. En los últimos 30 días, las ofertas o iniciativas solares a escala de servicios públicos han avanzado en Arkansas, California, Georgia, Indiana, Florida, Carolina del Norte, Ohio, Rhode Island, Tennessee y Virginia Occidental. También se han llevado a cabo acuerdos eólicos o iniciativas solares en Illinois, Nebraska, Nueva Jersey, Nueva York, Oklahoma, Oregón, Pensilvania, Dakota del Sur, Virginia y Texas.
El cambio hacia las renovables está sucediendo a escala global
Ejemplo de ello es Iberdrola, el gigante de las energías renovables de España que tiene participaciones significativas en los EE.UU. alrededor de US$ 10 mil millones (US$ 8.15 mil millones en 2019).
Bloomberg New Energy Finance (BNEF) indicó que la expansión global de la industria eólica ahora se está desacelerando debido a la recesión de la economía, pero sigue creciendo, a un ritmo récord del 9% en 2020.
Un artículo del New York Times ayer citó una investigación realizada por Raymond James Financial Services, Inc., donde muestra que las energías renovables superan la energía procedente de los combustibles fósiles a medida que el consumo de electricidad cae a nivel nacional: Eso se debe a que las empresas de servicios públicos, a medida que disminuyen los ingresos, intentarán obtener más electricidad de los parques eólicos y solares, que cuestan poco para operar, y menos de centrales eléctricas alimentadas por combustibles fósiles.
Los analistas de Wood MacKenzie en una nota de finales de marzo escribieron que la asignación de capital ya no es una vía unidireccional para las Big Oil: los proyectos de energías renovables ahora parecen mucho más atractivos.
Estas conclusiones están respaldadas por la última perspectiva mensual de energía a corto plazo (Short Term Energy Outlook – STEO) de la Administración de Información de Energía (EIA) para abril.
Las estimaciones de la EIA en su reciente reporte STEO
La EIA considera que la demanda nacional de electricidad se reducirá en un 3% en 2020, pero el sector de las energías renovables aumentará en un 11%, con la generación a carbón que pierde un 20% adicional de su cuota de mercado y la generación a gas natural que aumenta un 1%.
Aunque la EIA espera que la energía renovable sea la fuente de generación de electricidad de más rápido crecimiento en 2020, los efectos de COVID-19 y la desaceleración económica resultante probablemente tengan un impacto en las nuevas construcciones de capacidad de generación en los próximos meses.
Es así como la EIA ha reducido sus proyecciones para la expansión eólica y solar en un 5% y 10% respectivamente, pero aún prevé 12.6GW de nueva capacidad solar y 19.4GW de nueva capacidad eólica en línea durante 2020.
En conjunto, estos informes sugieren que esta crisis solo acelerará la transición a las energías renovables en los Estados Unidos y en todo el mundo.
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