Según las Naciones Unidas, más de 8 millones de toneladas de plásticos llegan a los océanos cada año. Cómo deshacerse de esto ha sido objeto de mucha investigación. Los esfuerzos se han centrado en todo, desde reducir este material en los envases hasta el uso de drones para ayudar a detectar las vías fluviales obstruidas.
Se han generado alrededor de seis mil millones de toneladas de desechos plásticos en todo el mundo en los últimos 50 años. Muy poco este desecho se recicla, y cerca del 80 por ciento se deposita en vertederos o en el medio ambiente natural, donde daña la vida silvestre, filtra productos químicos nocivos y emite gases de efecto invernadero. Actualmente, existen dos técnicas innovadoras para convertir los desechos de plástico en energía limpia, cuyos resultados podrían ser un cambio de juego.
Convertir plástico en combustible limpio
Los investigadores de la Universidad de Purdue quieren convertir este material en combustible. Para lograrlo, han sido pioneros en un nuevo proceso de conversión química, capaz de convertir más del 90 por ciento de los desechos de poliolefina, el polímero detrás del polietileno plástico ampliamente utilizado, en gasolina de alta calidad o combustible similar al diésel.
Casi una cuarta parte de todos los desechos plásticos son de polipropileno, que se usa para hacer cosas como recipientes de comida, botellas, pipas y ropa. Entonces, la ingeniera química Linda Wang y sus colegas centraron sus esfuerzos en reutilizar este tipo de plástico.
El plástico se realiza en base a hidrocarburos que están hechos de petróleo, y pueden convertirse de nuevo en combustible líquido. Los investigadores generalmente han utilizado un proceso llamado pirólisis para hacer esto, que requiere calentar los plásticos a una temperatura alta.
El equipo de Purdue utiliza una técnica llamada procesamiento hidrotérmico. Hay quienes lo han empleado antes para convertir otros tipos de materia prima de plástico en petróleo, pero el rendimiento de esos procesos ha sido bajo. Wang y sus colegas colocan el polipropileno en un reactor lleno de agua y lo calientan a temperaturas que oscilan entre 380 y 500 °C durante un máximo de cinco horas a una presión de 23 megapascales. A altas temperaturas y presiones, el agua descompone el plástico y lo convierte en aceite.
Los investigadores pudieron transformar el 91 % del plástico en aceite, el cual es una mezcla de diferentes compuestos de hidrocarburos, se puede utilizar para hacer bloques de construcción, gasolina y otros combustibles y productos químicos.
El análisis preliminar del equipo muestra que el proceso de conversión produce menos emisiones que incinerar plásticos de polipropileno o reciclarlos mecánicamente. Ahora, trabajan para optimizar el proceso de conversión y poder producir gasolina o diésel de alta calidad.
Estrategia del Reino Unido para eliminar las montañas de plástico
Investigadores de la Universidad de Chester han encontrado una manera de usar desechos plásticos sucios para producir hidrógeno, que puede calentar hogares y alimentar autos sin producir emisiones de gases de efecto invernadero. El proceso utiliza un horno de vidrio, calentado a 1,000 °C, para descomponer instantáneamente el plástico no reciclable, liberando una mezcla de gases, incluido el hidrógeno.
La tecnología se utilizará comercialmente por primera vez en una planta cerca del puerto de Ellesmere en Cheshire a finales de este año después de que un par de compañías de energía residual accedieron a invertir.
Peele Environmental, el propietario de la planta, dijo que el proyecto podría ayudar a evitar que 25 millones de toneladas de plásticos contaminados, que no pueden ser reciclados, terminen en vertederos o en el océano. El hidrógeno podría desempeñar un papel clave para ayudar al Reino Unido a cumplir sus objetivos climáticos al reemplazar el gas tradicional utilizado durante décadas en estufas, radiadores y calderas. También podría reemplazar la gasolina y el diésel en automóviles, camionetas y autobuses.
“Seguramente el mundo debe despertarse con esta tecnología”, dijo el profesor Joe Howe de la Universidad de Chester. “Hará valioso el desperdicio de plástico, debido a que podrá alimentar los pueblos y ciudades del mundo, y lo más importante, puede ayudar a limpiar nuestros océanos de residuos de plástico“.
Sin embargo, planes similares han generado preocupación entre los ambientalistas en el pasado. Aunque el hidrógeno no es un gas de efecto invernadero, el proceso de crearlo a partir de plástico libera potentes gases de efecto invernadero, incluido el metano.
El proyecto Cheshire planea atrapar los gases y conectarlos a una planta de energía para generar electricidad. Esto no sería más contaminante que las centrales eléctricas a gas existentes en el Reino Unido, y evitaría la necesidad de extraer más gas del suelo.
Los investigadores de la universidad desarrollaron el proyecto junto con Powerhouse Energy, que espera llevar la tecnología a Japón y el sudeste asiático, donde los autobuses alimentados con hidrógeno ya están en las carreteras.
El desarrollador dijo que el ministerio de economía, comercio e industria de Japón había escrito a la compañía en apoyo de sus planes, y creía que podía ofrecer muchas ventajas ambientales.
La electricidad generada por gas podría ayudar a alejar las economías ávidas de energía de la electricidad a carbón, que todavía está muy extendida en Asia y produce casi el doble de las emisiones de carbono de una planta de gas típica.
En el Reino Unido, el organismo de control climático del gobierno, el Comité sobre Cambio Climático, advirtió que será esencial que los fabricantes de hidrógeno atrapen y almacenen cualquier emisión de carbono para que sea compatible con los objetivos del gobierno.
Definitivamente, de los desechos es posible obtener beneficios, el mundo debe ir orientado en esa vía, utilizar lo que no sirve para convertirlo en energía limpia.
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