La transición energética, impulsada por la emergencia climática, es el mayor intento de la historia por reconfigurar el futuro. Sin embargo, la situación política, las interrupciones en las cadenas de suministro, entre otras, ha puesto nuevamente la seguridad energética como prioridad.
Cuando se abordó el tema de la seguridad energética, se hizo hincapié en que la transición hacia las energías limpias conduciría a mercados energéticos más seguros. Como es lógico, también se afirmaba que las naciones ganarían autonomía energética al reducir su dependencia de los países productores de recursos fósiles.
No obstante, se prestó menos atención a la seguridad energética y a los retos generales de seguridad que surgirían durante el periodo de transformación del sistema energético.
La AIE define la seguridad energética como la disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía a un precio asequible. En este punto, el aspecto del precio adquiere relevancia frente a la seguridad del suministro que antes dominaba la atención. Además, las leyes y la regulación son cada vez más la clave de la ecuación.
Los elevados precios de la energía y los nuevos riesgos de escasez energética, derivados de la rápida recuperación económica tras el COVID-19 y de la guerra de Ucrania, han obligado a replantear las prioridades de la seguridad energética.
Tanto las interrupciones de los sistemas energéticos como su creciente costo tienen el potencial de causar graves impactos económicos y sociales.
La seguridad energética en Davos 2022
En el marco del foro económico de Davos 2022, el CEO del grupo Petronas, el gigante malayo del petróleo y el gas, coincide con que la agitación geopolítica ha vuelto a poner en el punto de mira la seguridad energética, afirmó el director general del grupo Petronas.
Los mercados energéticos se han mostrado volátiles desde que Rusia invadió Ucrania a finales de febrero. Estados Unidos prohibió las importaciones de energía rusa y la UE propuso frenar las compras de petróleo ruso. Rusia ha cortado el suministro de gas a algunos países europeos.
“Con tanto gas retirado del sistema, que no está disponible para Europa, tantos barriles que ahora se abren paso por diferentes rutas, el reto de garantizar la seguridad energética ha vuelto a ocupar su lugar, al frente y al centro”, dijo Tengku Muhammad Taufik, de Petronas, a Steve Sedgwick de CNBC.
A principios de año, muchas empresas se centraban en el abandono de los combustibles tradicionales en favor de las energías limpias, pero la seguridad energética es ahora la prioridad, dijo Taufik.
La preocupación por la asequibilidad de la energía y el acceso a fuentes fiables es cada vez mayor, pero las energías renovables acabarán sustituyendo a los combustibles fósiles.
Esto no quiere decir que el petróleo y el gas “desaparezcan mañana”, sino que seguirán formando parte de la combinación energética. Pero las empresas tienen que hacer las inversiones adecuadas para preparar la transición energética, aunque la tecnología no esté aun totalmente madura, dijo.
El hidrógeno podría ser lo que los actuales compradores de GNL quieran en el futuro, y la movilidad eléctrica es una “inevitabilidad”, dijo el CEO. “Hay que hacer esas apuestas ahora”, dijo Taufik.
La importancia de los minerales de la transición
Una fuente de poder en el mundo de las energías limpias es el control de la cadena de suministro de minerales estratégicos, que son fundamentales para diversas tecnologías, como las turbinas eólicas y los vehículos eléctricos.
El pequeño número de países que suministran la gran mayoría de los minerales críticos gozan, por tanto, de una influencia cada vez mayor.
Además, los precios más altos y volátiles de minerales clave como el litio, el cobalto, el níquel el cobre y las tierras raras podrían ralentizar el progreso mundial hacia un futuro energético limpio o aumentar su costo.
Mantener la apuesta en la transición energética
Mientras las naciones siguen evolucionando sus prioridades en materia de seguridad energética ante la creciente incertidumbre, el papel de los gobiernos para garantizar la seguridad energética no es sencillo, ya que países con estructuras de sistemas energéticos diferentes pueden seguir caminos distintos.
Sin embargo, lo que diferencia la crisis energética actual de las pasadas es el hecho de que hoy en día se dispone de tecnologías alternativas y fuentes de energía renovables escalables, lo que permite a los responsables políticos facilitar un sistema energético más integrado, eficiente y flexible.
Siempre que sea posible, los países pueden considerar el fortalecimiento de la seguridad energética mediante la diversificación de sus socios importadores de combustible a corto plazo, así como la diversificación de su combinación energética con el desarrollo de energías renovables nacionales y otras energías bajas en carbono a largo plazo, reduciendo tanto la necesidad de importaciones de energía como las dependencias geopolíticas estratégicas.
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