Una medida del éxito de las compañías de petróleo y gas solía ser la efectividad en exploración para encontrar nuevas reservas. La regla implacable por la que fueron evaluadas fue el “índice de reemplazo de reservas”, una métrica de cuán exitosa era una empresa al reemplazar con nuevos suministros el petróleo y el gas que era extraído.
Hoy en día esa visión está en decadencia, incluso las nuevas estrategias para empresas como BP son diametralmente opuestas ya que aseguran que el futuro está en producir menos hidrocarburos.
El objetivo para el Director Ejecutivo de BP es reducir su producción de petróleo y gas en un 40% durante la próxima década. Esta nueva visión estratégica de la compañía marca el profundo cambio que se está gestando en la industria energética.
Las Big Oil como Shell, BP o Equinor están dando un vuelco a su visión estratégica y pasar de ser compañías internacionales enfocadas en producir recursos basados en petróleo y gas a empresas integradas de energía enfocadas en la entrega de soluciones energéticas.
Las grandes petroleras tienen que reinventarse si quieren sobrevivir en un mundo con bajas emisiones de carbono. En la denominada “semana BP” se presentaron las proyecciones energéticas 2050 (Energy Outlook 2050) en donde se resalta que la demanda mundial de crudo puede ya haber alcanzado su máximo y que el consumo nunca se recupere de la pandemia.
Una evaluación tan dramática y contundente proveniente de una de las compañías petroleras más grandes del mundo hubiera sido impensable hace solo unos años.
El mundo estaba cambiando incluso antes de Covid-19, el cambio climático se ha movido a la vanguardia de la conciencia del público. La presión sobre la industria petrolera para que se adapte ha venido de todos lados, incluso cuando las empresas aún tienen que descubrir cómo generar ingresos de negocios con bajas emisiones de carbono.
Los inversores son cada vez más exigentes al instar a empresas como BP y Royal Dutch Shell a reconocer el impacto financiero que el calentamiento global podría tener en sus operaciones. Al mismo tiempo, los bancos y los gobiernos están más dispuestos a financiar acciones contra el cambio climático; el mercado de la deuda vinculada al gasto en proyectos ambientales se ha disparado.
La inversión en renovables superará la realizada en hidrocarburos
Por primera vez en la historia, dice Goldman Sachs, se espera que el gasto de capital en suministro de energía renovable supere al petróleo y el gas upstream en 2021.
El cambio se debe a una brecha cada vez mayor en el costo de capital, con tasas de hasta el 20% para las inversiones en petróleo y gas, en comparación con el 3% al 5% para las energías renovables.
El principal activo de las petroleras, los hidrocarburos, se quedarán varados en el subsuelo por el aumento del costo del capital y no por la demanda.
Estas tendencias solo se han acelerado durante la pandemia. Los bloqueos impuestos por los gobiernos para ayudar a contener la propagación del virus obligaron a millones a trabajar desde casa.
El cambio de comportamiento resultante a medida que las personas se dieron cuenta de que trabajar de forma remota era posible tiene implicaciones a largo plazo para las economías basadas en combustibles fósiles.
Si bien el crecimiento de la inversión en energías limpias se moderó durante las recesiones económicas anteriores, la caída mucho más abrupta de las inversiones en otras partes del sistema energético (en particular, petróleo y gas upstream) dio como resultado que la participación general de las energías limpias (renovables incluida la bioenergía) en el gasto de capital total en el suministro de energía aumentará del 15% en 2014 a aproximadamente el 25% para 2021.
Esto hace que el gasto de capital en suministro de energía renovable sea mayor que el gasto de capital en petróleo y gas upstream por primera vez en la historia para 2021.
Algunos gobiernos, con razón, están implementando regulaciones e incentivos más estrictos para promover una recuperación económica verde. La Comisión Europea está impulsando un nuevo plan de objetivos climáticos para 2030.
Bajo este nuevo objetivo climático para 2030, los fabricantes de automóviles europeos deberían adoptar estándares de contaminación más estrictos, con nuevas reglas que podrían retirar los motores de combustión a los museos de ciencia.
Entre sus pares, las grandes petroleras europeas están a la vanguardia de la revolución, pero el éxito será lento. La escala de la inversión requerida para que las grandes petroleras giren hacia las energías renovables es inmensa.
De acuerdo con análisis de Rystad Energy, se estima que los nuevos objetivos anunciados hasta ahora, incluido el de BP de construir 50 gigavatios de capacidad renovable para 2030, requerirán una inversión de US$ 200,000 millones.
Cuanto más tarde, más costoso
En la medida que las empresas tarden en adoptar un camino contundente de transición a energías renovables, los costos serán más elevados y los cambios más abruptos.
Las grandes petroleras estadounidenses, en particular ExxonMobil, hasta ahora se han resistido a las medidas para recortar las inversiones en hidrocarburos, sin embargo, eventualmente deberá cambiar de rumbo si quieren mantenerse vigentes.
Como era de esperar, las compañías petroleras de propiedad estatal, que representan más de la mitad de la producción mundial de petróleo, se han mostrado reacias a cambiar de rumbo. Algunas como Saudi Aramco se mantienen firmes en su inversión en hidrocarburos, apostando a un consumo que aún se mantendrá por varias décadas. La forma futura de la demanda de petróleo sigue sin estar clara.
El consumo podría mantenerse sólido a decenas de millones de barriles por día durante las próximas décadas, incluso en el cambio más dramático hacia una energía más limpia. El mundo también sigue dependiendo en gran medida del petróleo como fuente de otros productos, en particular petroquímicos.
Una de las Big Oil norteamericanas, ExxonMobil, desde 2017 bajo la dirección de Darren Woods, ha buscado que la empresa logre nuevamente la prominencia del pasado y ha realizado grandes apuestas en el shale de EE.UU., la exploración en Guyana, los oleoductos y la refinación a nivel global.
Sin embargo, la capacidad para financiar esa expansión global ya no está asegurada. Este año, la compañía solicitó en préstamos US$ 23 mil millones para pagar sus facturas, con lo cual casi duplicó su deuda anterior.
En julio, registró sus primeras pérdidas trimestrales consecutivas. La compañía se enfrenta a una pérdida anual de US$ 1,860 millones, según Refinitiv, excluidas las ventas de activos y las amortizaciones.
Algunos analistas predicen que podría surgir una escasez de suministro en los próximos años, lo que elevaría los precios y provocaría un aumento de nuevas inversiones. Los productores de bajo costo seguirán bombeando todo el tiempo que puedan. Sin embargo, el cambio es indetenible y las energías renovables llegaron para prevalecer.
No pierdas la oportunidad de leer este reportaje:
Te puede interesar:
- Las ganancias de Saudi Aramco se desploman en el 2T-2020 ante precios más bajos del petróleo
- BP decidida a vender activos de petróleo y gas incluso si repuntan los precios
- Exxon advierte que 20% de sus reservas de petróleo están amenazadas por los bajos precios