El año pasado por estas fechas, el gas natural en Europa se disparaba hacia precios nunca antes visto, y los del gas en Estados Unidos iniciaban la escalada que los llevaría a los 9 dólares por millón de unidades térmicas británicas a finales de verano.
La subida de precios se debió a la caída de los flujos de gas ruso a Europa y al recurso de esta última al GNL estadounidense para su almacenamiento invernal. Este año, Europa sigue comprando mucho GNL a Estados Unidos, pero los precios son mucho más bajos que el año pasado y es probable que sigan bajos.
La primera razón de la caída de precios fue el descenso de la demanda europea de gas natural. Un verano cálido provocó un menor consumo de energía en general, y un montón de gobiernos decididos a hacer un llamamiento al ahorro energético también pusieron de su parte. Las desorbitadas facturas de electricidad en la mayor parte de Europa también contribuyeron a mantener bajo el consumo y, en consecuencia, los precios del gas.
Pero incluso ahora, cuando Europa vuelve a comprar gas para llenar sus almacenamientos de cara al próximo invierno, el gas natural cuesta menos de 3 dólares por MMBtu. El precio de la materia prima que rigió 2022 es menos de la mitad que hace un año, y eso a pesar de la mayor demanda en muchas partes de Estados Unidos, también, a medida que el verano entra en pleno apogeo.
La razón de los precios más bajos es, como cabía esperar, una menor demanda, es cierto que Europa está comprando gas natural licuado, pero en mucha menor cantidad que el año pasado.
El propio Estados Unidos no utilizó tanto gas como se esperaba debido a un verano más suave de lo previsto. The Wall Street Journal recuerda en un artículo reciente que las retiradas de gas de los depósitos el invierno pasado fueron las más bajas en siete temporadas de calefacción.
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La producción, por su parte, sigue siendo abundante, a pesar de que los perforadores llevan ocho semanas seguidas reduciendo el número de equipos de perforación. En la semana que finalizó el 23 de junio, el número total de equipos de perforación en EE.UU. había caído al nivel más bajo desde abril del año pasado. Y esto significa que, en algún momento, los precios empezarán a remontar.
Sin embargo, es probable que esto no ocurra en los próximos meses. A menos que haga mucho calor, lo que provocaría un aumento de la demanda de energía y el consiguiente incremento de la generación de electricidad a partir del gas, o apagones cuando no haya mucha generación de electricidad a partir del gas.
“Si las temperaturas estivales aumentan y se generalizan, el oeste, el medio oeste, Texas y el sureste de EE.UU., Nueva Inglaterra y Ontario (en Canadá) pueden sufrir escasez de recursos”, advirtió el mes pasado la North American Electric Reliability Corp (NERC).
El organismo de control de la fiabilidad de la red citó la insuficiente capacidad de generación en algunas partes del país, así como la “vulnerabilidad de los generadores a las condiciones meteorológicas extremas”.
La NERC también señaló las limitaciones de capacidad de los gasoductos como una de las razones del mayor riesgo de escasez de suministro eléctrico este verano. Es probable que estas limitaciones contribuyan a contener los precios del gas natural.
De cara al futuro, la restricción de la producción de gas natural provocaría una subida de los precios, ya que la demanda no va a caer bruscamente a corto plazo, a pesar de los esfuerzos por imponer esa menor demanda con prohibiciones de estufas de gas y rechazos de gasoductos.
Desde el recorte de las perforaciones hasta la caída de la producción pasan unos meses, por lo que es probable que el cambio de tendencia de los precios empiece a hacerse visible en otoño. Será una lástima, porque un par de meses después, Europa probablemente intensificará sus esfuerzos por asegurarse el suministro de gas natural para el invierno, ya que empezará a echar mano de sus reservas.
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Muchos analistas han advertido que no fue el año pasado la verdadera prueba de resistencia de Europa en materia de gas natural. Es este año, esta temporada de calefacción, la verdadera prueba, porque durante la mitad del año pasado, Europa recibió volúmenes completos de gas ruso y los utilizó para llenar sus almacenamientos. Este año, el único gas ruso que llega a Europa es el que transita por Ucrania y Turquía, una pequeña parte del total anterior.
La combinación de una menor producción en Estados Unidos y una mayor demanda antes de la temporada invernal de calefacción hará subir casi con toda seguridad los precios del gas, a menos que se repita el invierno pasado, con temperaturas suaves.
La cuestión de hasta dónde podrían llegar los precios sigue abierta, aunque lo más probable es que no suban tanto como el año pasado, tanto por la abundancia de la oferta como por el descenso de la actividad industrial en la zona euro, afectada por la recesión, que ha reducido la demanda de energía.
Sin embargo, una vez que se produzca la caída de la oferta, los precios podrían subir. Y lo más probable es que la caída de la oferta se produzca en algún momento, porque los perforadores estadounidenses no sólo están reduciendo el número de plataformas de gas. También están reduciendo el número de plataformas petrolíferas, lo que significa menos gas asociado procedente de pozos petrolíferos, el mismo gas que garantizó los bajos precios del gas el año pasado y durante los primeros meses de este año.
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