Rusia y Arabia Saudita, dos de los mayores productores de petróleo, pareciera que apuestan cada uno por estar mejor posicionado que el otro para soportar una guerra de precios y lograr sus objetivos.
Sin embargo, las circunstancias apuntan no a una guerra de precios entre estas 2 naciones, sino más bien a una alianza conveniente para debilitar la industria del shale de EE.UU. En todo caso, las guerras de precios del petróleo rara vez logran sus objetivos, así que es poco probable que esta vez los resultados sean diferentes.
Todo comienza con el colapso de la coalición OPEP+ producto de que el cartel y sus aliados no llegaron a un acuerdo sobre recortes adicionales de 1.5 millones de bpd, esto desencadenó desde el 6 de marzo un desplome monumental en los precios que aun parece no tocar fondo.
Movimientos arriesgados
Las posibles razones de la disposición de ambas naciones en avanzar en las acciones conducentes a una guerra de precios, pudiesen estar en que la industria petrolera de Arabia Saudita es estatal, lo que significa que es más capaz de tomar decisiones estratégicas sobre la adaptación de los niveles de producción a su precio deseado.
Mientras tanto, Rusia tiene poderosos intereses del sector privado, lo que significa que los impactos negativos en el precio del petróleo son más difíciles de manejar.
Sin embargo, Rusia, en general, está menos dispuesta a hacer cualquier cosa que beneficie a los Estados Unidos, dadas sus malas relaciones y los esfuerzos de Estados Unidos para socavar el dominio energético de Rusia, como los intentos estadounidenses de detener el proyecto de gasoducto europeo de Rusia.
Otra interpretación pudiese venir en que Rusia tiene intereses en presionar la industria petrolera estadounidense dado que está dirigida por el sector privado, colocándola en una mala posición para hacer frente a la caída los precios del petróleo, lo que pudiese conducir al declive de la prominente industria petrolera estadounidense.
Para Rusia y Arabia Saudita, naciones que dependen en buena medida de las ventas de petróleo para financiar sus presupuestos nacionales, esto se convierte en un juego peligroso.
Los ecos de épocas pasadas
Recientemente Abdullah bin Hamad al-Attiyah, ex ministro de petróleo de Qatar y ex presidente de la OPEP, manifestó sus temores respecto a que los mercados entren en territorio prácticamente desconocido como lo hicieron a mediados de los 80, cuando el entonces ministro de petróleo saudí Zaki Yamani, por presión del Rey Fahd, llevó a la OPEP a una guerra de precios con los productores del Mar del Norte, que en esa época estaba en pleno ascenso.
La OPEP tuvo una reunión de emergencia en 1985 y el jeque Yamani dijo que los productores del Mar del Norte vendrían a Viena buscando acuerdos, eso nunca ocurrió y llevó 15 años una adecuada recuperación, así dijo Al-Attiyah.
La estrategia llevó el precio del crudo a US$ 10 por barril y a Yamani a perder su empleo. En el año siguiente, Arabia Saudita fue forzada a revertir de manera ignominiosa sus tácticas en un intento desesperado de aumentar los precios.
A pesar de los esfuerzos de Arabia Saudita y la OPEP, los productores del Mar del Norte demostraron ser notablemente resistentes. Con mejor tecnología y eficiencia la cuenca offshore siguió su auge y ha desempeñado un papel importante en el mercado. Su resistencia fue subrayada recientemente por el inicio del gigantesco campo Johan Sverdrup de 450,000 bpd.
La más reciente oportunidad en que los sauditas probaron la estrategia de guerra de precios fue en el año 2014, con probabilidad mucho mayor de éxito que ahora. En aquel entonces, se tenía la creencia firme que los productores de shale de los Estados Unidos no podían producir petróleo de forma sostenida por un precio de equilibrio inferior a unos US$ 70 por barril de Brent.
También Arabia Saudita tenía reservas récord de activos extranjeros de US$ 737,000 millones, lo que le permitió un margen de maniobra real en términos de mantener su fijación de moneda y cubrir los enormes déficits presupuestarios a causa de la caída del precio del petróleo originado por la sobreproducción. En esa época Rusia fue sólo un observador al margen del conflicto.
El resultado fue que a partir de ese momento la industria del shale norteamericano se buscó la manera de modificar sus procesos de perforación y reducir costos. Como resultado, la exploración y producción de shale oil se fortaleció y generó un auge del sector que llevaría unos años después a Estados Unidos a alcanzar cifras récord de producción.
Por su parte, la propia Arabia Saudita pasó de un superávit presupuestario a un déficit récord en 2015 de US$ 98,000 millones y gastó al menos US$ 250,000 millones de sus reservas de divisas
De vuelta al 2020, Arabia Saudita y ahora con Rusia como protagonista, consideran que los mayores perdedores en esta guerra de precios serán, nuevamente, los perforadores de shale de los EE.UU. que mantienen altos costos de producción.
Bajar el precio causaría un daño a la industria petrolera y a la economía de los Estados Unidos, que socavaría su capacidad de utilizar una de sus herramientas favoritas de coerción internacional: Las sanciones.
Rusia durante los últimos 5 años ha ajustados su presupuesto y ha logrado acumular US$ 550 mil millones en reservas, que, según sus funcionarios, le permitirían hacer frente a precios de petróleo entre US$ 25 y 30 por barril hasta por una década, de ser necesario.
Esta enorme reserva es resultado de la decisión de Moscú de restructurar su economía después de ser empujada a una recesión económica en 2015, a consecuencia de sanciones impuestas por occidente debido a la anexión de Crimea, y la decisión de la OPEP de aumentar producción un año antes. Esto llevo a Moscú a la decisión de darle preponderancia a la estabilidad económica respecto al crecimiento.
La industria petrolera estatal de Arabia Saudita tiene mayor capacidad de tomar decisiones estratégicas sobre la adaptación de los niveles de producción al precio deseado.
Sin embargo, antes de que se iniciara esta nueva guerra de precios del petróleo, Arabia Saudita se enfrentaba, de acuerdo a la mayoría de las proyecciones, a considerables déficits anuales hasta quizás 2028, con un precio de equilibrio presupuestario por barril de US$ 84 para el Brent este año.
En lugar de posiblemente obtener una victoria en la toma de cuotas de mercado de su rival común, el shale estadounidense, los principales protagonistas en Moscú y Riad son más propensos a causar daños duraderos a las economías fundamentadas en los petrodólares, que ya están bajo presión por la destrucción de la demanda causada por la acción del cambio climático y la embestida en el sistema financiero global por la pandemia del coronavirus.
Hasta donde pueden llegar Rusia y Arabia Saudita
En lugar de aprender de la debacle de la década de 1980 al enfrentarse al Mar del Norte o de 2014 en contra del shale de EEUU. Riad y sus aliados del Golfo Pérsico se habían empeñado en intensificar su dominio con Rusia.
El reino de Arabia Saudita, descontentó en gran medida con sus precios oficiales de venta a Asia, señaló que empujaría la capacidad sostenible hasta 13 millones de bpd. Los Emiratos Árabes Unidos siguieron rápidamente el ejemplo, afirmando que aceleraría los planes para aumentar la capacidad a 5 millones de b/d.
En respuesta, el ministro de petróleo de Rusia, Alexander Novak, dijo que el mayor productor mundial de commodities podría aumentar la producción en 300.000 bpd rápidamente.
Rusia se mantiene firme en que puede equilibrar su presupuesto en alrededor de US$ 40 por barril, pero el país también exporta grandes cantidades de otras materias primas y disfruta de un tipo de cambio flexible, proporcionándole un colchón económico que Arabia Saudita no tiene.
A menos que eventualmente pueda empujar los precios de nuevo por encima de su punto de equilibrio fiscal de alrededor de US$ 80 por barril, el reino de Arabia Saudita enfrenta la perspectiva de una década de déficit presupuestario. También se ve obligada a agotar sus reservas de divisas, que estaban destinadas a financiar la diversificación.
“Por ahora será la supervivencia de los más aptos y los mercados tendrán que esperar que se pueda llegar a un nuevo acuerdo”, dijo Chris Midgley, jefe de análisis de S&P Global Platts.
Las esperanzas de una paz temprana se han visto frustradas por la cancelación de la reunión técnica conjunta de la OPEP+ prevista para el 18 de marzo, después de que Arabia Saudita se negara a enviar un representante.
A pesar de sus diferencias, tanto Arabia Saudita como Rusia tienen un interés mutuo en ver que el actual desplome de los precios pueda dañar a los productores de esquisto estadounidenses.
Los operadores de shale de EE.UU. parecen vulnerables
Una vez fueron percibidos como una fuerza imparable en el mercado del petróleo, los operadores del shale de América del Norte ahora cargados de deuda parecen vulnerables.
La Administración de Información Energética de los Estados Unidos (EIA) prevé que la producción estadounidense alcanzará un máximo de poco más de 13,2 millones de bpd el próximo mes antes de caer en hasta 660,000 bpd en 2021.
Hay gran inquietud en los perforadores del parche del shale estadounidense. Hace poco el magnate del fracking y CEO de Continental, una de las mayores perforadoras, Harold Hamm acusó a Arabia Saudita de “volcar” su crudo en el mercado para dañar a los productores de esquisto. Las protestas de Hamm, al parecer, fueron atendidas en la Casa Blanca.
El presidente Donald Trump le solicitó al Departamento de Energía (DOE) que llenará la Reserva Estratégica del Petróleo “hasta la cima” para ayudar a la industria energética de los Estados Unidos. La solicitud considera la compra de 78 millones de barriles de crudo.
A pesar de la intervención presidencial, Hamm y toda la industria tienen razón para estar preocupados, ya que la pandemia del coronavirus ha venido destruyendo la demanda a medida que las industrias se paralizan a nivel mundial, las aerolíneas cancelan vuelos y el comercio mundial se detiene.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA), en publicación del 9 de marzo, proyecta que la demanda mundial de petróleo disminuirá en 2020 debido al peso del coronavirus en los mercados.
S&P Global Platts Analytics ha revisado a la baja su previsión de crecimiento de la demanda para 2020 en más de 1 millón de bpd, de 1.33 millones de bpd, a solo 240.000 bpd.
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