Quizá te sorprenda saber que el ser humano ha enviado varios módulos de aterrizaje a la superficie de Venus.
Las misiones soviéticas Venera, por ejemplo, transmitieron la primera imagen de otro planeta el 20 de octubre de 1975, tras enviar su módulo de aterrizaje Venera 9 a la superficie de Venus.
Aquella misión duró menos de dos horas en la superficie del planeta debido a la inmensa presión atmosférica y a las abrasadoras temperaturas del llamado gemelo malvado de la Tierra.
Ahora, la NASA pretende construir un módulo de aterrizaje llamado LLISSE, capaz de soportar esas condiciones y enviar a la Tierra una gran cantidad de datos sobre nuestro vecino planetario más cercano. Para ello, tendrá que construir una batería capaz de soportar condiciones increíblemente duras.
Figura 1. Ilustración de LLISSE-1.
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Una batería para soportar la infernal atmósfera de Venus
Enviar un módulo de aterrizaje a Venus tiene una ventaja. Mientras que el Mars Perseverance de la NASA soportó “siete minutos de terror” antes de aterrizar en el planeta rojo a principios de 2021, la atmósfera de Venus es tan densa que un módulo de aterrizaje descendería suavemente hasta la superficie sin necesidad de retrocohetes.
El reto está en la propia superficie.
La temperatura media en la superficie de Venus es de 455 grados C (850 F), lo suficientemente caliente como para fundir el plomo. La presión atmosférica en la superficie del planeta equivale aproximadamente a la de un océano de 1.500 metros de profundidad. Por si fuera poco, las sustancias químicas de la atmósfera, incluido el ácido sulfúrico, corroen rápidamente cualquier pieza electrónica.
La NASA ha estado trabajando en una solución con una empresa llamada Advanced Thermal Batteries, Inc. (ATB). Juntas, las dos organizaciones desarrollaron la primera batería que creían que podría soportar las temperaturas de Venus durante un día entero de este planeta (un día de Venus equivale aproximadamente a 120 días terrestres).
La batería utiliza una tecnología basada en sistemas de baterías térmicas de corta duración para alimentar misiles inteligentes. Contiene 17 celdas individuales y está construida con materiales estructurales y una química específica para soportar las condiciones de Venus.
Los desarrolladores de la batería aprovecharán las condiciones abrasadoras de Venus. Las altísimas temperaturas de la superficie del planeta calentarán un electrolito especialmente seleccionado que, de otro modo, sería sólido e inerte a temperatura ambiente en la Tierra.
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Hacia una misión de aterrizaje en Venus
La batería ATB aún está en fase de desarrollo, pero las primeras pruebas indican que podrá soportar las condiciones de nuestro vecino planetario. La tecnología también podría emplearse en misiones al espacio profundo, donde las condiciones también podrían ser difíciles para las baterías espaciales estándar.
En un comunicado de prensa de la NASA, el Dr. Kevin Wepasnick, ingeniero del proyecto ATB, afirmó que “esta reciente demostración de la tecnología de baterías, con una arquitectura mejorada y una electroquímica de baja autodescarga, es un logro enorme que muchos quizá no creían posible”.
Todo este trabajo podría ayudar algún día a alimentar una de las próximas misiones a Venus, la Long-Lived In situ Solar System Explorer (LLISSE) de la NASA. El objetivo de la agencia espacial es operar el módulo de aterrizaje en Venus durante aproximadamente 60 días, recogiendo datos científicos que se enviarán a la Tierra a través de un orbitador en Venus.
Noticia tomada de: Interesting Engineering / Traducción libre del inglés por World Energy Trade
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