Rusia y Arabia Saudita acudieron a la reunión del pasado 9 de abril con la convicción de la urgente necesidad de un acuerdo de recorte en la producción de crudo que permitiera detener la abrupta caída de precios y ayudar a estabilizar un mercado sacudido por la pandemia de coronavirus.
En las mismas circunstancias lo hicieron casi todos los otros productores de petróleo de la alianza OPEP+, todos estaban listos para sellar un acuerdo que se traduciría en el mayor que el grupo haya alcanzado para reducir su producción de petróleo.
Sin embargo, un único país, México, se resistió a acordar recortes en su producción de crudo, esto prolongó la reunión, pero la decisión de México fue firme y resistió la presión.
México se unió a la reunión sin planes de reducir la producción de petróleo, la posición adoptada por la nación fue sorpresiva, ya que la mayoría no esperaba que bloqueara el acuerdo ante la solicitud de reducción de su producción en 400,000 bpd. El enfrentamiento fue inevitable.
Además, el gobierno apoya firmemente la reactivación de la industria de refinación y de upstream del estado, que finalmente ha logrado un impulso operativo positivo después de una caída de varios años.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que su país reduciría su producción en 100,000 barriles por día. Si bien esa cantidad es mucho menor de lo que se propuso en la reunión del jueves 9, López Obrador agregó que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció reducir la producción estadounidense en 250,000 bpd para compensar a México.
El entorno de producción de México
Si los pozos perforados actualmente en la nación Azteca entran en línea dentro del cronograma y no se planean nuevos pozos, México necesitaría reducir efectivamente la producción en solo 50,000 bpd en mayo y junio para adherirse al acuerdo de la OPEP +, ya sea por cierres parciales o restricción de flujo por menos proyectos económicos, esto se desprende del análisis de Rystad Energy.
Un punto clave en la determinación para cada nación del impacto de los recortes de producción al estilo de la OPEP es la definición de la “línea de base” a partir de la cual se aplica el recorte. Esto se estableció en octubre de 2018 para la mayoría de los países, incluido México.
Según las últimas cifras de producción reportadas a nivel de pozo, parece que a partir de febrero de 2020, la producción de México está justo por debajo de esa línea de base.
Figura 1. Reservas probadas y desarrolladas (PDP) de México, proyección con línea base de la OPEP
De acuerdo con el análisis de Rystad Energy, el impacto de los recortes para México es insignificante.
Si en mayo se promulga un recorte de 100,000 bpd del nivel de 1.75 millones de bpd de octubre de 2018, y suponiendo que no se realicen eventos de mantenimiento o extraordinarios, el análisis muestra que México necesitaría reducir la producción a 50,000 bpd en mayo y junio solamente. El resto del recorte obligatorio se entregará por disminución de la producción comparado con la base.
Por supuesto, las nuevas perforaciones probablemente se verán afectadas si el país cumple con el corte de 100,000 bpd y es probable que se vean más pozos que están planeados para el segundo trimestre de 2020 y que serán movidos a la segunda mitad del año.
Crudos condensados, otra forma en que México técnicamente pudiese aportar menos de 50,000 bpd.
Según los datos estatales, México está produciendo alrededor de 36,400 bpd de condensado, a partir de enero-febrero de 2020. Si bien es insignificante en términos absolutos, en teoría esto corresponde a un aumento material de menos de 4,000 bpd de condensado producido en 2017.
Resulta que la producción de condensado está exenta de las cuotas de producción de la OPEP +, lo que plantea intereses fundamentales sobre los incentivos que tiene los diferentes países para reclasificar parte de la producción de crudo en condensados para simplificar técnicamente el proceso de cumplimiento de las cuotas establecidas.
El desafío proviene del hecho de que no existe una definición estándar de crudo y condensado para toda la industria, con diferentes versiones que varían en densidad de petróleo, relación gas-petróleo y la composición de la corriente.
Si bien la OPEP tiene una definición estándar, otros importantes países productores de petróleo usan sus propias clasificaciones y definiciones al respecto. México no es una excepción a esta circunstancia.
De hecho, los aparentes aumentos en la producción de condensado mexicano en los últimos años en realidad provienen de reclasificaciones similares de crudo a condensado en varios campos.
En el entorno actual, es muy posible que algunos países revisen cuidadosamente su clasificación de condensado crudo para simplificar el proceso de cumplimiento de las cuotas de crudo.
En definitiva, queda claro que México resultó un gran ganador de las negociaciones de la OPEP +. Evitó la presión operativa de un recorte de producción de 400,000 bpd y estará bien posicionado para un aumento gradual de la producción cuando la demanda se recupere, dada la acumulación de pozos en espera del país y el nivel robusto de nueva actividad.
Si bien es histórico, es poco probable que el acuerdo reciente resuelva la crisis de precios ya que su fundamento está en la demanda. La reducción acordada en la producción representa solo alrededor del 10% del suministro normal de petróleo del mundo, muy por debajo de las estimaciones de cuánta demanda de petróleo se ha derrumbado en medio de la pandemia de coronavirus.
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