Texas es una de las potencias agrícolas de Estados Unidos, con una producción de decenas de miles de millones de dólares en cultivos y ganado. También es el mayor productor de energías renovables del país. Y ambos sectores están cada vez más entrelazados a medida que la transición energética se acelera.
Los agricultores y ganaderos han abrazado el auge de las energías renovables que se ha extendido por el estado. La energía eólica y la solar prometen hacer más sostenibles las explotaciones agrícolas y proporcionar ingresos constantes en un sector en el que la suerte económica oscila de una temporada a otra.
“Como suele ocurrir en la agricultura, hay una serie de razones [para adoptar la energía renovable] y, por lo general, la gente tiene unas cuantas en cualquier granja”, dice Cathy Day, coordinadora de política climática de la Coalición Nacional de Agricultura Sostenible, un grupo de defensa.
“Incorporan la energía solar como una forma de reducir sus costes o como una manera de vender un poco de energía y recuperar algo de dinero de la misma tierra. Pero algunas personas, sin duda muchos de los agricultores más orientados a la conservación, también están interesados en formar parte de una solución climática”.
La promesa de mejorar la resistencia, ya que las inclemencias del tiempo provocadas por el cambio climático suponen una amenaza cada vez mayor, también aumenta el atractivo de la energía renovable en las explotaciones agrícolas de Texas.
Los ejecutivos y analistas de la energía solar afirman que el interés por los sistemas a pequeña escala que pueden alimentar las operaciones locales se disparó después de que la brutal tormenta de invierno de febrero paralizara la red eléctrica de Texas.
Sid Miller, comisionado de agricultura del estado, dijo entonces que el corte de energía de casi una semana tuvo un “profundo impacto”, cerrando granjas e instalaciones de procesamiento de alimentos en todo el estado, causando miles de millones de dólares de daños al sector.
Las energías renovables forman parte ahora de un esfuerzo más amplio por atraer al sector agrícola del estado hacia la economía de bajas emisiones de carbono, aunque a menudo se ven impulsadas por preocupaciones económicas más que climáticas.
Los agricultores de Texas producen más de 5 millones de barriles de biocombustible al año, el segundo en Estados Unidos después de Iowa, donde se produce la mayor parte del etanol de maíz del país. Algunos también están entrando en los nuevos mercados de carbono, en los que los planes que aumentan la biodiversidad o restauran los pastizales con una mayor capacidad para absorber el dióxido de carbono en el suelo pueden comercializarse como una compensación a los grandes contaminadores de gases de efecto invernadero.
La energía renovable en las tierras agrícolas de Texas empezó a despegar hace más de una década, cuando los grandes ranchos se sumaron a un boom de la energía eólica que convertiría al estado, si fuera un país, en el quinto productor mundial de energía eólica.
Fue un salvavidas económico para muchos ganaderos, que vendieron el acceso a sus tierras a los promotores de proyectos eólicos que querían instalar turbinas. Algunos se opusieron a la perturbación del paisaje cuando se erigieron decenas de altísimas turbinas, pero los beneficios económicos hicieron que los proyectos siguieran adelante.
Estos sistemas suelen alimentar la red eléctrica en lugar de las propias granjas y ranchos, pero han saneado considerablemente la red más amplia que alimenta al sector agrícola.
La generación de energía eólica, alojada en gran parte en los terrenos de las granjas y los ranchos, ha superado recientemente al carbón en la combinación energética del estado. En un día cualquiera, más del 20% de la electricidad generada en Texas suele proceder de la energía eólica.
Más recientemente, han empezado a proliferar grandes proyectos solares en las granjas y ranchos tejanos, aunque han suscitado una mayor reacción que el auge de las turbinas de hace una década, según Gary Joiner, portavoz del Texas Farm Bureau, un grupo del sector.
Algunos granjeros están desplegando instalaciones solares a pequeña escala en sus granjas para generar su propia electricidad. Pero los proyectos solares que están ganando más adeptos, y atención, son mucho más grandes y alimentan principalmente la red. Estos proyectos pueden generar ingresos considerables para los propietarios, pero son más difíciles de integrar en las operaciones existentes que los proyectos eólicos y a menudo desplazan tierras que antes se utilizaban para la agricultura.
Los promotores de la energía solar ofrecen entre 450 y 1.200 dólares por hectárea al año para arrendar terrenos para nuevos proyectos, según el potencial de generación solar y la proximidad a los mercados de energía, dice Joiner.
“Eso es un ingreso que a veces la agricultura tradicional no proporciona en un año determinado”, dice. “Así que el terrateniente se ve incentivado a considerarlo por el simple valor de lo que representa ese arrendamiento”.
Más información en: Financial Times / Traducción libre del inglés por World Energy Trade
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