El colapso del precio del petróleo en 2020 no solo ha detenido el increíble crecimiento de la industria del shale oil estadounidense, sino que ha hecho que la producción se reduzca en tan solo unos meses.
Después de un crecimiento que parecía indetenible desde el mínimo impulsado por los precios de 2016, la producción total de petróleo de los EE. UU. había alcanzado en marzo de 2020 un pico mensual de 10.3 millones de barriles por día (bpd).
Luego de la debacle, la producción actual ha caído a poco más de 9 millones de bpd, y esto incluye prácticamente todos los pozos que se cerraron durante la recesión de la primavera, que ahora están nuevamente en producción.
La gran pregunta es si la industria del shale oil volverá alguna vez a una senda de crecimiento.
La respuesta es que depende en buena medida del precio, Wood Mackenzie, ha identificado cinco factores que sugieren que el crecimiento del sector del shale nunca será tan desenfrenado en el futuro; y cualquier nuevo pico en la producción de shale oil será más bajo que los pronósticos anteriores.
1. Una nueva era de austeridad
Los operadores petroleros hoy día están bajo extrema presión por parte de los bancos y los accionistas para que generen flujo de caja libre, así como evitar nuevos endeudamientos.
Algunos incluso están enmarcando un nuevo modelo de negocio que limita la reinversión al 65% al 80% del flujo de caja operativo en comparación con hasta el 120% en el pasado reciente. Cualquier excedente de efectivo se utilizará para pagar la deuda o se devolverá a los accionistas.
2. Alta aversión al riesgo
Los riesgos de quiebra en el sector del shale de EE. UU. ha aumentado, con los precios del petróleo aun débiles, el acceso restringido al crédito ha empeorado las perspectivas para algunos productores.
Por un lado, los bancos no quieren seguir financiando debido a los altos niveles de endeudamiento que ya tienen muchas de las empresas operadoras, y por el otro lado los propios inversionistas tampoco están dispuestos a seguir financiando las actividades de perforación bajo las condiciones actuales del mercado, por el contrario, la principal exigencia es mantener el flujo de caja y retorno de la inversión.
3. Reducciones de los costos
Hay pocas probabilidades de un salto significativo en la eficiencia y las reducciones de costos que ocurrió en la última crisis de precios del petróleo, esta vez el sector de servicios de yacimientos petrolíferos en Norteamérica se encuentra en una situación financiera muy difícil, incluso los más grandes han vendido sus participaciones, como el caso reciente de Schlumberger que vendió su división de fracking en EE. UU.
4. Riesgo político
Existe un mayor riesgo político con las elecciones presidenciales del próximo mes. Antes de la caída de los precios de este año, el sector floreció cuando la administración Trump revirtió sistemáticamente las reglas impuestas al mercado energético en general durante las administraciones anteriores.
Una victoria de Joe Biden podría significar límites más estrictos para la quema y venteo de gas en terrenos federales. También podría significar que no se abrirán nuevas tierras federales para la perforación, aunque se espera que tenga muy poco impacto en la producción total.
Es probable que los proyectos de infraestructura sean susceptibles a retrasos, tarden más en ejecutarse y cuesten más. En cualquier caso, las presiones Ambientales, Sociales y de Gobernabilidad (ESG) están aumentando y pueden resultar mucho más importantes para el futuro del sector del shale.
5. La consolidación del sector shale
La consolidación del sector que ha sido provocada por la recesión conducirá a una menor inversión, por lo visto, la industria necesita menos jugadores de más solidez.
Las recientes fusiones, como la de ConocoPhillips y Concho Resources, y la de Pioneer Resources con Parsley, reducirán los costos, mejorarán la eficiencia y aumentarán la resiliencia.
Pero volver a enfocarse en lo medular del negocio, el de un inventario de perforación combinado, significará menos pozos nuevos y más reducciones en los presupuestos de capital para 2021.
Un flujo de efectivo más alto por cada barril producido tal vez, pero una producción de shale oil menos acumulativa.
A pesar de estas limitaciones, es de esperar que la producción de shale oil de EE. UU. comience a crecer nuevamente a medida que se recuperen los precios del petróleo, sin embargo, también se espera que poco o ningún crecimiento se producirá antes de 2022.
La proyección es que los volúmenes de producción de los 48 estados continentales de EE. UU. aumenten a 11.7 millones de bpd en 2027.
Ese crecimiento se basa en el WTI con un promedio de precio entre US$ 50 y US$ 60 por barril para 2021, lo que depende de una recuperación sostenida de la demanda mundial de petróleo.
El nuevo pico del shale oil es 0.8 millones más bajo de lo que Wood Mackenzie pronosticó hace un año y llega dos años después.
Con un precio fijo de US $ 50 por barril de WTI, el crecimiento de cerca de 3 millones de bpd desde el nivel actual a 11.7 millones de bpd simplemente no sucederá.
Figura 1. Proyecciones de producción bajo escenario de 50 dólares por barril de WTI
Ann-Louise Hittle, jefa de análisis de Macro Oils, calcula que la producción con base en un precio de US$ 50 por barril conllevará a que nunca se supere con creces el nivel actual de producción.
Este escenario de precios puede ser, en alguna medida, favorable para la OPEP+, ya que un sector del shale oil en Estados Unidos prácticamente neutralizado, permitiría aliviar las actuales restricciones sobre la producción de la OPEP+ a medida que se recupere la demanda de petróleo.
Esto ayudaría a acomodar las exportaciones que se están incorporando procedente de Libia y, quizás, incluso las de Irán en los próximos años. Ahora bien, no todo es favorable, la otra cara es el desafío que representa para los ingresos nacionales con base en US$ 50 / barril para varias economías de la OPEP.
Un período sostenido de subinversión en el suministro fuera de la OPEP también conlleva riesgos para el mercado del petróleo. El gasto global en upstream ha caído a un mínimo de 15 años en 2020, y la inversión convencional se ha visto tan afectada como la escasez de petróleo.
Para Wood Mackenzie, el impacto en el suministro futuro a consecuencia de la recesión de 2020 será, con el tiempo, mayor que en la demanda. Esto aumenta las posibilidades de una reducción de la oferta y un aumento de los precios del petróleo a finales de esta década.
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