Atrás quedó la época en que la inversión en bonos verdes estaba asociado a una tibia labor social. Ahora los principales países productores de petróleo están deseosos de participar. Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar están preparando bonos verdes por valor de miles de millones de dólares.
La creciente concienciación sobre el clima, un cambio cada vez mayor en laspolíticas y la demanda de los inversores de opciones con conciencia social y medioambiental están transformando esta situación y, aunque todavía no sea la corriente principal, está avanzando rápidamente hacia el estatus de megatendencia.
Esta evolución pone de manifiesto la urgente necesidad de contar con normas y criterios claros en el mercado de bonos verdes si se quiere lograr su objetivo medular.
En el último lustro, la inversión ESG (Environmental, Social, and Governance) ha surgido como la mayor tendencia mundial. Cada año, más de US$ 3 billones en nuevos fondos globales fluyen hacia el mercado ESG de US$ 30 billones.
Los bonos verdes se han convertido en la última moda del sector ESG, y la empresa francesa de gestión de activos Amundi, es ahora el mayor emisor de bonos verdes del mundo, con 1.729 billones de euros de activos gestionados.
El mercado de bonos verdes está realmente en auge, en 2020, los gobiernos y las empresas emitieron bonos verdes por valor de US$ 297.000 millones, y las previsiones para este año son de US$ 500.000 millones y US$ 1 billón en 2022.
Ahora, el sector de los bonos verdes ha atraído a un cliente que parecía improbable: Los países productores de petróleo.
Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Qatar han alineado bonos verdes por valor de miles de millones de dólares mientras intensifican su lucha contra el cambio climático.
Bonos verdes
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas estima que para limitar el aumento de la temperatura a 2 ºC se necesitarán unos 3 billones de dólares de inversión cada año hasta 2050. Para conseguir esas enormes sumas, los gobiernos y las empresas de todo el mundo recurren cada vez más al mercado de bonos verdes.
Los bonos verdes funcionan esencialmente como los bonos normales, pero con una diferencia clave: el dinero recaudado se utiliza exclusivamente para financiar proyectos verdes, como las energías renovables y los edificios ecológicos.
Con los países de todo el mundo intensificando sus esfuerzos para reducir las emisiones de carbono, el mercado de bonos verdes está en auge. Por ejemplo, en octubre, la Unión Europea emitió unos US$ 14.000 millones en bonos verdes, lo que supone la mayor cantidad de la historia.
Los ingresos de los bonos se utilizarán para financiar proyectos, como una plataforma de investigación para la transición energética en Bélgica y plantas de energía eólica en Lituania. Los pedidos superaron en más de 11 veces los valores disponibles en la operación de la UE, lo que pone de manifiesto que puede costar menos emitir bonos verdes que la variedad convencional.
Las naciones productoras de petróleo están despertando a este fenómeno, y el fondo soberano de Arabia Saudí, con un valor de US$ 430.000 millones, tiene previsto anunciar su primera emisión de deuda verde.
El objetivo de la emisión verde de Arabia Saudita es atraer inversiones para energías renovables y otros proyectos sostenibles. Uno de estos proyectos es la megaciudad verde de Neom, situada en el norte del país.
Inversión en hidrógeno verde
El gobierno saudí ha anunciado planes para construir una planta de hidrógeno verde de US$ 5.000 millones que alimentará Neom cuando se inaugure en 2025.
Denominada Helios Green Fuels, la planta de hidrógeno utilizará energía solar y eólica para generar 4 GW de energía limpia que se utilizará para producir hidrógeno.
Pero aquí está lo más importante: Helios podría incluso producir hidrógeno más barato que el petróleo.
Bloomberg New Energy Finance (BNEF) estima que los costos de Helios podrían alcanzar los 1,50 dólares por kilogramo en 2030, mucho más barato que el costo medio del hidrógeno verde, que es de 5 dólares por kilogramo, e incluso más barato que el hidrógeno gris producido a partir del craqueo de gas natural.
Arabia Saudí goza de una gran ventaja competitiva en el negocio del hidrógeno verde gracias a su sol perpetuo, su viento y sus vastas extensiones de terreno sin utilizar.
Saudi Aramco ha comunicado a los inversores que ha abandonado los planes inmediatos de desarrollo de su sector de GNL en favor del hidrógeno.
Aramco ha dicho que el plan inmediato del reino es producir suficiente gas natural para uso doméstico para dejar de quemar petróleo en sus centrales eléctricas y convertir el resto en hidrógeno.
El hidrógeno azul se fabrica a partir del gas natural mediante el reformado de metano por vapor (SMR) o el reformado autotérmico (ATR), capturando el CO2 generado y almacenándolo después. Al capturar los gases de efecto invernadero, se mitiga el impacto medioambiental en el planeta.
Está claro que Arabia Saudí tiene la vista puesta en un futuro en el que la economía dejará de depender demasiado del petróleo. Otra cuestión es si mantendrá el compromiso suficiente para alcanzar su objetivo a largo plazo.
La tendencia en la región
Este año, el mayor banco de los Emiratos Árabes Unidos, controlado por el gobierno, emitió al menos US$ 1.360 millones en deuda verde, mientras que Reuters reveló en octubre que Qatar Energy, una empresa petrolera estatal, está planeando una emisión de bonos verdes por valor de varios miles de millones de dólares.
¿Bonos legítimos o lavado verde?
Durante muchos años, se ha criticado a las grandes petroleras por su papel determinante en el cambio climático e incluso se las ha puesto en criticado duramente por tratar de mejorar sus credenciales ecológicas con intentos poco entusiastas de invertir en energías limpias, lo que se conoce como “greenwashing”.
La recriminación parece bien merecida, teniendo en cuenta que el sector dedica una cantidad minúscula de su gasto de capital a las energías renovables, a pesar de que sus operaciones son responsables del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los mayores productores de petróleo del Medio Oriente han anunciado planes para aumentar considerablemente la producción de petróleo.
Al fin y al cabo, Arabia Saudí, el mayor productor de petróleo del mundo, ha anunciado planes para aumentar aún más la producción de petróleo, pasando de los 12 millones de barriles diarios actuales a 13 millones de barriles diarios en 2027.
Los Emiratos Árabes Unidos tienen un plan de crecimiento aún más agresivo: la compañía petrolera controlada por el Estado, ADNOC, afirma que aumentará la producción de petróleo en un 25% para producir 5.000 millones de barriles al día en 2030. Por su parte, Qatar sigue invirtiendo fuertemente en yacimientos africanos y está construyendo la mayor terminal de gas natural licuado (GNL) del mundo.
Un estudio reciente de la gestora de activos holandesa NN Investment Partners descubrió que el mercado de bonos verdes está actualmente plagado de diversos problemas legales, ya que el 15% de todas las emisiones de bonos verdes “proceden de empresas implicadas en prácticas que contravienen las normas medioambientales”.
Una nación productora de petróleo puede violar fácilmente el espíritu de los bonos verdes, por ejemplo, utilizando combustibles fósiles para generar “hidrógeno verde”. Esta idea no es nada descabellada: Amundi amenazó recientemente con retirar su exposición a los bonos verdes del State Bank of India después de que se descubriera que el banco estaba financiando una mina de carbón en Australia.
Trazar líneas claras entre las reservas de dinero y su gasto requiere un alto grado de transparencia, algo por lo que países como Arabia Saudí y Qatar, por desgracia, no son famosos.
En última instancia, esto apunta a una necesidad real y urgente de desarrollar normas y criterios claros con un alto grado de granularidad a medida que este mercado crece.
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