La reducción de la contaminación por combustibles fósiles sigue siendo un compromiso que muchos esperan poder llevar adelante con éxito y las Islas no quedan muy alejadas de ello. Y es que las comunidades que habitan las ubicadas desde el Océano Atlántico y el Caribe hasta las más alejadas de los Océanos Pacífico e Indico buscan fomentar la llamada resiliencia climática, a pesar de contribuir con porcentajes pequeños en las emisiones globales de CO2.
Los desafíos energéticos que deberán afrontar no son fáciles, porque muchos de esos llamados Estados Insulares (PEID) son dependientes de combustibles fósiles importados porque cuentan con recursos energéticos primarios limitados, lo que hace que la dependencia de las importaciones y la volatilidad de los precios influyan en la decisión. Pero si se logra una cuidadosa integración con los sistemas de energía ya establecidos el cambio a la energía limpia puede ser estable, superando las variables que llevan implícitas las fuentes naturales como la cantidad de viento, su frecuencia o simplemente cuanto brilla el sol.
Pese a ello, las islas se han convertido en grandes oportunidades para lograr el cambio, con el cual la generación de energía proveniente de fuentes renovables locales sería más eficiente que el proveniente de combustibles fósiles, por lo que su pequeño tamaño podría contribuir con el sistema.
“Una vez que un estado insular establece sus políticas y objetivos para las energías renovables, los estudios de evaluación de la red pueden indicar participaciones viables para el sistema eléctrico existente, así como las necesidades de inversión futuras. Estos estudios también pueden ofrecer valiosas recomendaciones sobre la integración de la energía solar y eólica,” así lo reseñan en el portal www.irena.org.
Existen casos donde ya se han llevado adelante evaluaciones como Vanuatu, donde se ha podido conocer que el 87% de la demanda de electricidad podría cubrirse para el 2030 con energías renovables, datos dados a conocer por la empresa de energía eléctrica de Espíritu Santo, los cuales señalan además que el impulso de la energía limpia, especialmente hidroeléctrica y fotovoltaica podría ser más fuerte con la incorporación de medidas habilitadoras y nuevos procedimientos operativos.
Mientras tanto en Fiji, en la isla Viti Levu hasta 65 megavatios podría incrementarse la energía fotovoltaica si se llevan adelante procesos de actualización de infraestructura, que permitan adoptar y adecuar códigos de red eficaces en otros países.
De seguir por este camino para el 2030 en República Dominicana, se podría lograr una integración eficiente entre el sistema eléctrico existente y las renovables, lo que les permitiría que un 63% de la demanda sería cubierta con energía eólica y solar, reduciendo en más de un cuarto el consumo de los combustibles derivados del petróleo, pero especialmente se minimizarían las emisiones de dióxido de carbono.
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