La principal legislación energética y medioambiental de EE.UU. ha permanecido intacta desde la década de 1970. Sin embargo, parece que esto va a cambiar en 2022: con los cambios en la opinión pública y los crecientes desafíos legales, una serie de evaluaciones, revisiones y reescrituras podrían alterar fundamentalmente estas leyes obsoletas, con importantes implicaciones para la infraestructura de gas natural estadounidense.
En el último informe Natural Gas Infrastructure Intelligence de Wood Mackenzie, se analiza en profundidad los importantes cambios que se están produciendo y lo que podrían significar para los operadores estadounidenses de midstream. Siga leyendo para ver un resumen de las principales conclusiones.
Retrasos y cancelaciones al centrarse en el cambio climático y la conservación
En los últimos tres años, se han cancelado proyectos de gasoductos de gas natural por valor de 10.000 millones de dólares en el noreste de Estados Unidos. Otros, como el gasoducto de Mountain Valley, crucial para el crecimiento de la producción en la cuenca de Marcellus/Utica, han sufrido años de retrasos (véase el informe completo para más detalles). Con el importante impulso que está cobrando la transición ecológica, la antigua tensión entre la necesidad de desarrollo energético y la conservación del medio ambiente está llegando a un punto crítico.
El año pasado se produjeron una serie de duros desafíos legales a las leyes energéticas y medioambientales que apenas han evolucionado en el último medio siglo. Y aunque los grupos industriales siempre se han resistido a una mayor regulación, muchas empresas reconocen que la marea está ahora en su contra.
Las agencias federales buscan endurecer las normas
Una serie de agencias federales están estudiando cambios que tendrían amplias repercusiones para los promotores y operadores del sector del gas y la electricidad en Estados Unidos. La Comisión Federal de Regulación de la Energía (FERC) está llevando a cabo una revisión que probablemente conduzca a unos criterios mucho más estrictos en cuanto a la justificación de la necesidad de los proyectos de infraestructuras, su ubicación, los estudios previos a la construcción y su eventual desarrollo.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU. está estudiando la posibilidad de modificar la Ley de Especies en Peligro (ESA), que podría clasificar a otras especies como amenazadas o rebajar el listón para considerar que una especie está en riesgo de sufrir daños, lo que podría cambiar significativamente las estrategias de evitación/remediación necesarias para un proyecto o invalidar las propuestas por completo. La Ley Nacional de Política Ambiental (NEPA) está estudiando la posibilidad de revertir las posiciones reguladoras a los cambios anteriores a 2020, lo que afectaría directamente a los procedimientos de la FERC.
Y la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) también se ha inclinado por aplicar consideraciones medioambientales más estrictas, en relación con la Ley de Agua Limpia y la Ley de Aire Limpio, antes de conceder permisos y aprobaciones. Por último, la Administración de Seguridad de Oleoductos y Materiales Peligrosos (PHMSA) está preparando la primera norma que abarcará las emisiones de metano a mitad de camino, lo que obligará a los operadores a rastrear e informar de cualquier fuga en sus sistemas.
Las leyes del Congreso pretenden cambiar el enfoque hacia las energías renovables
Mientras tanto, las principales iniciativas legislativas del gobierno de Biden pretenden convertir el compromiso de hacer frente al cambio climático en acciones concretas. La Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleos, que entró en vigor el 15 de noviembre de 2021, destaca que las infraestructuras son fundamentales para el futuro de Estados Unidos.
Sin embargo, es la Agenda Build Back Better la que tiene mayores implicaciones para el midstream. Además de proponer ampliaciones y extensiones de los créditos fiscales para la energía eólica, solar y de almacenamiento, establecería una tasa de metano regulada por la EPA para las instalaciones de petróleo y gas natural.
Los operadores de midstream están a la altura del reto de la transición energética
La buena noticia es que los operadores de midstream no están esperando a que se les presione para hacer sus operaciones más ecológicas; muchos están adaptando tanto sus estrategias como sus activos antes del cambio normativo. Entre las medidas adoptadas se encuentran la instalación de estaciones de bombeo con energía solar y la sustitución de compresores de gas por turbinas eléctricas. Mientras tanto, se están estableciendo nuevas normas industriales para mostrar contratos sostenibles y de gas natural renovable (GNR).
Los operadores han colaborado con la PHMSA en la elaboración de las nuevas normas sobre emisiones, y muchos han ajustado las operaciones del sistema para que funcione de forma más eficiente y ecológica antes de los esfuerzos de control. Los operadores de Midstream se encuentran en una posición única para combinar lo “viejo” del transporte de combustibles fósiles con lo “nuevo” de la tecnología verde de vanguardia.
Entre las áreas que podrían resultar fructíferas tanto desde el punto de vista medioambiental como financiero se encuentran la captura de carbono y los mercados de hidrógeno y CO2.
Más información en: Wood Mackenzie / Traducción libre del inglés por World Energy Trade
Te puede interesar:
- Chevron registra ganancias nunca vistas desde 2013 gracias al repunte del petróleo
- Estados Unidos decide avanzar hacia la subasta de petróleo y gas en la costa de Alaska
- Equinor quiere que la última gota de petróleo del mundo venga de Noruega