La transición energética se ha convertido en un tema prioritario en la agenda de las de las más grandes petroleras del mundo. Con el auge de la electrificación y la energía renovable, las Big Oil hacen esfuerzos por adaptarse a una transformación, en la cual, si no aprovechan las oportunidades que ésta brinda, eventualmente podría hacer que su negocio medular se vuelva obsoleto.
El resultado de esta transformación podría ser una venta masiva de activos, a medida que los principales actores de la industria concentran su producción en los países donde el petróleo y el gas son más baratos y fáciles de producir.
Las opciones que pueden plantearse en el terreno actual
La transición a la energía renovable representa una amenaza para la producción de petróleo y gas a largo plazo, ya que la energía solar y eólica se está expandiendo en el lado del suministro de energía, mientras que los vehículos eléctricos de menor costo y una mejor tecnología de baterías están impulsando grandes cambios en el lado de la demanda mundial de petróleo.
Las grandes compañías petroleras tienen enormes fortalezas y habilidades en el sector de la energía y poseen activos a nivel mundial que pueden utilizar para seguir siendo competitivas a medida que avanza la transición.
Algunos actores también pueden optar por quedarse solo con petróleo y gas, pero entonces claramente deben estar entre los mejores en este juego.
Independientemente de la estrategia, las grandes compañías petroleras necesitan reducir su presencia global en petróleo y gas enfocándose en países con potencial de crecimiento donde la producción de petróleo y gas puede generar un flujo de efectivo y ganancias significativos al menor costo y con la menor huella de carbono posibles.
Las grandes petroleras tienen una larga historia de ir donde sea que se pueda ganar dinero, y han establecido presencia en casi todos los rincones del mundo.
En época reciente, la competencia se ha endurecido en muchos países a medida que las compañías petroleras nacionales y los gobiernos han tomado más control de los recursos nacionales y ha aumentado el número de pequeñas y medianas empresas.
Esta ha sido una tendencia durante muchos años, pero ahora la transición energética está ejerciendo aún más presión sobre las grandes empresas, ya que ven que las energías renovables también requerirán una parte creciente de los futuros presupuestos de inversión.
La cautela respecto a invertir significativamente en renovables
Una razón clave por la que algunas empresas son menos agresivas a la hora de invertir en energías renovables es la creencia estratégica de que existe una necesidad de petróleo y gas durante mucho tiempo, y siempre que se encuentren entre las mejores en petróleo y gas en relación con la rentabilidad y las emisiones, lo harán bien.
Otra razón podría ser que con todos los cambios que se están produciendo dentro del negocio de las energías renovables, pueden optar por ser seguidores en lugar de ser los primeros en moverse, que vale decir, no siempre terminan como los ganadores.
¿Cuáles son los factores que están en juego para la decisión de desinvertir?
Se proyecta que las compañías de petróleo y gas más grandes, ExxonMobil, Chevron, y las europeas BP, Royal Dutch Shell, Total, Eni y Equinor venderán un total combinado de US$ 100 mil millones en activos de petróleo y gas en todo el mundo, ya que se enfocan en las regiones de mejor desempeño según el análisis de la consultora Rystad Energy.
El análisis con base en el tamaño del flujo de caja y el potencial de crecimiento en cada país por empresa, combinado con la clasificación mundial del potencial de crecimiento del país, da como resultado que estas ocho mayores empresas buscarán salir de 203 posiciones en diferentes países, deshaciéndose incluso de todos los activos que tienen en un país específico.
Todas las empresas mantendrían una presencia en EE.UU., que tiene el mayor potencial de crecimiento debido a la revolución del shale. Canadá también vería que muchas empresas se queden por razones similares, pero la mayoría saldría de la producción de arena bituminosa intensiva en carbono.
Figura 1. Ventas potenciales de activos, las Big Oil se harán más pequeñas
En el otro extremo de la escala, se espera que haya bastantes países en los que es probable que se quede solo una gran petrolera, por ejemplo: Argentina (BP), Ghana (Eni) y Guyana (ExxonMobil).
En algunos de estos países, podría ser tentador para otros quedarse o aumentar su presencia, ya que la competencia se tornaría más limitada, como en Guyana, donde ExxonMobil ha establecido una posición muy sólida.
En los últimos meses se ha visto que las grandes empresas ya están poniendo a la venta activos más grandes. ExxonMobil ha salido de Noruega y está planificando la salida de varios países, incluidos el Reino Unido, Rumanía e Indonesia, mientras que Royal Dutch Shell intentó salir de un activo clave de GNL en Indonesia en 2019.
Esto demuestra que son muy conscientes de la necesidad de enfocar sus portafolios para mejorar su flujo de caja, eficiencia y competitividad a medida que se acelera la transición energética, pero los pasos que han dado hasta ahora pueden ser demasiado pequeños o demasiado lentos.
¿A dónde dirigir estos recursos?
La salida de activos en estos países liberaría efectivo que las grandes empresas podrían usar para invertir en energías renovables, si esa es su estrategia clave de crecimiento, o para pagar dividendos a sus accionistas.
Equinor espera que el 15-20% de sus inversiones se dirijan hacia nuevas soluciones energéticas para 2030.
Se espera que los gastos de capital totales de BP en 2020 sean de alrededor de US$ 12 mil millones, con la mayoría gastados en objetivos upstream de petróleo y gas, pero planea aumentar sus inversiones en proyectos con bajas emisiones de carbono a alrededor de US$ 3 a 4 mil millones al año para 2025 y US$ 5 mil millones al año para 2030.
Si no quieren seguir la ruta renovable, el capital podría usarse para fortalecer las posiciones prioritarias de los países comprando activos de sus pares o intercambiando activos con otros jugadores.
Se espera que muchas de estas grandes empresas vendan más activos con alta intensidad de emisiones para cumplir con los objetivos a largo plazo de reducción de emisiones y ayudar a financiar más inversiones en energías renovables.
Esto da un doble efecto si las emisiones se miden por unidad de energía producida. Esta estrategia ya está en marcha para grandes empresas europeas como Total, Shell y Equinor, que se han comprometido a reducir la intensidad de carbono de los productos energéticos que venden entre un 50% y un 60%.
Eni tiene como objetivo reducir las emisiones absolutas en un 80% para 2050 y BP apunta a ser cero neto sobre una base absoluta en todo el carbono en su producción de petróleo y gas upstream para 2050.
En comparación con sus pares con sede en Europa, las principales estadounidenses ExxonMobil, Chevron y ConocoPhillips están comunicando objetivos mucho menos ambiciosos sobre las emisiones de carbono.
Para estas empresas, el resultado de las próximas elecciones presidenciales de EE.UU. puede tener un impacto significativo en su estrategia, ya que se espera que las políticas de una administración demócrata busquen reducir más rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de petróleo, que las de una continuidad en la administración republicana.
Sin embargo, no es necesariamente sencillo para una nueva administración realizar muchos cambios demasiado rápido en la política energética en el lado del clima, ya que también pueden necesitar considerar los efectos en la economía y la seguridad energética.
El desafío y la oportunidad para las grandes petroleras en el futuro será maniobrar con una transición energética acelerada, con un gran impulso en las renovables y la reducción de emisiones, pero también una gran demanda de petróleo y gas, todo en un contexto de cambios en el equilibrio de poder global y efectos de la epidemia de Covid-19.
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