El auge de la producción de petróleo y gas natural del yacimiento argentino de shale de Vaca Muerta no se ha traducido en un auge de las exportaciones debido a la falta de infraestructuras y a que aún es pronto para que el nuevo régimen fiscal facilite la inversión privada en el sector energético argentino.
El Gobierno del presidente Javier ha promulgado reformas fiscales y de mercado destinadas a atraer la inversión privada a proyectos energéticos e infraestructuras para impulsar la oferta nacional de petróleo y gas y sentar las bases de las exportaciones. El interés por el principal yacimiento de shale de Argentina, Vaca Muerta, ha aumentado desde que Milei asumió el cargo hace un año.
Pero el nuevo gobierno también ha anunciado el fin del financiamiento estatal de oleoductos y otros proyectos de infraestructura.
Así que las empresas tienen que confiar en la inversión privada y en las nuevas exenciones fiscales y otros incentivos del nuevo enfoque de libre mercado de la economía. También esperarán que se levanten los controles de capitales y divisas en el país antes de comprometer miles de millones de dólares en el desarrollo de rutas de exportación fuera de Vaca Muerta, dicen los analistas.
Argentina necesitará unos 58.000 millones de dólares en oleoductos nuevos o modernizados, plantas de procesamiento y terminales de exportación para transportar la creciente producción de petróleo y gas natural de Vaca Muerta.
Vaca Muerta ha sido bautizada como el Pérmico argentino, aunque sus propiedades geológicas se han comparado más bien con las de Eagle Ford.
Se calcula que este yacimiento de shale de la provincia de Neuquén posee unos recursos recuperables de 16.000 millones de barriles de petróleo y 308 billones de pies cúbicos de gas natural. Estas cifras convierten a Vaca Muerta en el segundo mayor yacimiento de shale gas del mundo y en el cuarto de shale oil.
Con las reformas de mercado de Milei para fomentar las inversiones a gran escala y extranjeras en el sector energético, Argentina espera que las futuras exportaciones de petróleo y gas aporten miles de millones de dólares estadounidenses a las mermadas reservas de divisas de Argentina.
El llamado Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) ofrece exenciones fiscales y otros incentivos a los grandes inversores del país sudamericano.
Se espera que los esfuerzos de Argentina por desregular el mercado aumenten las inversiones en energía en el país entre 2.500 y 15.000 millones de dólares el año que viene, según han declarado las autoridades.
El sector energético registró la mayor producción de petróleo en 15 años en el primer semestre de 2024, así como la mayor producción de gas natural en 17 años durante el mismo periodo.
Como resultado, Argentina ha registrado superávits mensuales en el comercio de energía este año y está en camino de registrar un superávit poco habitual en el comercio de energía para todo el año 2024.
Pero para llevar más de esta energía a los mercados extranjeros, las empresas que operan en Argentina tendrán que movilizar la inversión privada en infraestructuras energéticas, especialmente gasoductos de gas natural de Vaca Muerta, ya que el gobierno - al menos este gobierno - ya no está financiando proyectos.
Los inversores privados esperarán a ver qué ocurre con los controles de divisas en Argentina antes de lanzarse a invertir miles de millones de dólares en proyectos energéticos.
Para atraer inversiones energéticas y monetizar los enormes recursos del yacimiento de shale de Vaca Muerta, Argentina necesitará estabilidad fiscal y monetaria. En esto, Argentina ha fracasado durante décadas.
La austeridad de Milei con «nada de dinero público para infraestructuras energéticas» podría compensarse con exenciones fiscales y otros incentivos a la inversión para grandes proyectos en el nuevo mercado y reformas fiscales para inversiones a gran escala.
No obstante, las empresas necesitarán estabilidad a largo plazo en Argentina, ya que se mostrarían reacias a cambios frecuentes en la normativa fiscal y de mercado.