El uso del hidrógeno como combustible bajo en carbono está tomando un papel cada vez más destacado en las discusiones mundiales sobre energía y la IEA ha resaltado a América Latina como una clara área de oportunidad para la producción de lo que muchos esperan sea la fuente de energía del futuro.
América Latina podría convertirse en un contribuyente clave al impulso mundial hacia el hidrógeno con bajas emisiones de carbono. De acuerdo con los desarrollos globales, los gobiernos de la región están tomando medidas decisivas para fomentar el potencial del hidrógeno como un componente decisivo de sus transiciones de energía limpia y una fuente de ingresos por exportaciones.
Un enfoque regional de colaboración para el hidrógeno podría complementar las iniciativas nacionales, permitiendo a los países capturar complementariedades en los patrones de demanda y producción, y desbloquear sinergias en el uso y desarrollo de la infraestructura.
A medida que aumenta la demanda de hidrógeno bajo en carbono en todo el mundo, esta es una oportunidad para que América Latina exporte hidrógeno bajo en carbono a costos competitivos.
Dado que alrededor de 120 países de todo el mundo han anunciado planes para alcanzar el cero neto en las próximas décadas, América Latina podría posicionarse como líder del mercado del hidrógeno, con Chile tomando el liderazgo regional, si invierte en la industria ahora.
El impulso creciente del hidrógeno en América Latina
Actualmente, la producción y uso de hidrógeno en América Latina se limita a unos pocos países, donde se utiliza principalmente como materia prima para refinerías y la industria química, como en otras partes del mundo.
Sin embargo, muchos países están avanzando con estrategias y proyectos piloto para fomentar su uso como portador de energía. Este impulso se complementa con importantes iniciativas del sector privado, como el de H2Chile, la Asociación Chilena del Hidrógeno, una organización público-privada enfocada en la investigación, desarrollo y uso del hidrógeno para la industria, el comercio y el transporte.
Según un estudio de 2020, Chile podría producir 25 millones de toneladas por año de hidrógeno verde, ganando alrededor de US$ 30 mil millones anuales en exportaciones.
Chile también podría capturar hasta el 50% de los mercados de Japón y Corea del Sur y el 20% del mercado chino.
No muy lejos, en Argentina, se lanzó el consorcio H2Ar para el desarrollo de la economía del hidrógeno del país. H2Ar es un espacio para que las empresas de petróleo y gas, los productores de energía renovable y las empresas de transporte exploren y desarrollen el potencial de hidrógeno de Argentina. También se espera que la estatal Integración Energética Argentina (Ieasa) participe en la producción de hidrógeno del país.
Recientemente, México también ha aparecido en el escenario regional del hidrógeno. Si bien no existe una política clara a nivel estatal para el desarrollo del hidrógeno, a nivel local hay un impulso significativo para involucrarse en la industria.
El grupo mexicano de hidrógeno Asociación Mexicana de Hidrógeno (AMH) se formó en febrero, reuniendo a más de 30 empresas de energía en varios estados mexicanos para desarrollar un plan nacional de hidrógeno en colaboración con las autoridades. A principios de este año, la Secretaría de Energía de México también mencionó al hidrógeno como un potencial reemplazo de los combustibles fósiles en el futuro, en el plan nacional de desarrollo.
Si bien los esfuerzos iniciales podrían centrarse en reducir las emisiones relacionadas con los usos existentes del hidrógeno, varios países están considerando el potencial del hidrógeno para descarbonizar el transporte, especialmente las flotas de transporte público y de servicio pesado, así como las oportunidades para exportar hidrógeno bajo en carbono a mercados fuera de la región.
Hacia un enfoque regional del hidrógeno en América Latina
Para estar a la altura de su potencial para impulsar las transiciones de energía limpia, el desarrollo de hidrógeno bajo en carbono debe centrarse no solo en la producción, sino también en construir la cadena de suministro general necesaria y un entorno de mercado propicio.
Eso significa apoyar la innovación y el desarrollo tecnológico, especialmente para los usos finales del hidrógeno. Es necesario desarrollar la infraestructura y los arreglos institucionales. Se requieren una regulación, estructuras de mercado y gobernanza sólidas.
El diálogo regional, que involucra a un amplio espectro de partes interesadas, pero especialmente a los reguladores de energía, es clave para permitir que América Latina aproveche las sinergias en los patrones futuros de producción y demanda de hidrógeno.
Ese diálogo también es vital para fomentar el comercio de hidrógeno a nivel regional y mundial mediante la armonización de normas y códigos internacionales.
Este enfoque regional podría inspirarse en los desarrollos actuales en el noroeste de Europa, donde los países del Mar del Norte han establecido un foro para discutir el desarrollo de un mercado energético regional e identificar sinergias y oportunidades.
A medida que el hidrógeno se vuelve más popular, parece inevitable que América Latina establezca su papel en la industria en los próximos años para asegurar su participación en la energía global.
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