La cuestión que se plantea ahora es qué hará Qatar con sus ganancias inesperadas de GNL. Su historial sugiere no sólo una mayor inmersión en los mercados bursátiles mundiales, sino también incursiones en política exterior que no siempre han estado en sintonía con sus aliados en Estados Unidos y Europa.
Gran parte del dinero se utilizará para reforzar el fondo soberano de Qatar, ello permitiría a la Autoridad de Inversiones de Qatar (Qatar Investment Authority – QIA), que ya es un importante inversor en empresas como Barclays Plc y Volkswagen AG, así como en el sector inmobiliario de Nueva York y Londres, acelerar su apuesta por los valores tecnológicos.
Qatar también podría utilizar el fondo para promover sus objetivos regionales. El mes pasado, el gobierno prometió invertir 5.000 millones de dólares en Egipto. Esto formaba parte de un plan de los Estados del Golfo para apoyar al país norteafricano, que se ha visto afectado por un aumento de los precios de los alimentos desde que comenzó la guerra de Ucrania.
Las inversiones anteriores vinculadas a la política exterior no siempre han dado sus frutos. En la última década, la QIA invirtió miles de millones de dólares en activos rusos, incluida la petrolera estatal Rosneft PJSC. El valor de los mismos se ha hundido ahora.
El apoyo a Egipto incluyó 8.000 millones de dólares tras el levantamiento de la Primavera Árabe en 2011, cuando los Hermanos Musulmanes dirigían el gobierno. Su liderazgo duró poco, ya que el ejército egipcio derrocó al presidente Mohamed Morsi en 2013.
El apoyo de Qatar a éste, bajo el padre del jeque Tamim bin Hamad Al Thani, el jeque Hamad, suscitó las críticas de otros países del Golfo y fue uno de los motivos de su boicot años después.
El lento camino hacia una riqueza asombrosa
La importancia de Qatar en el suministro mundial de gas ha sido un largo camino. Sus reservas están contenidas en su mayor parte en el Campo Norte, un coloso marino que se extiende hasta aguas iraníes y que Shell Plc descubrió en 1971. Sin embargo, la empresa pronto lo abandonó. El gas tenía poco valor, sobre todo si estaba demasiado lejos para ser transportado por tuberías a los principales mercados.
En la década de 1990, las finanzas de Qatar estaban bajo presión, ya que su producción de petróleo y sus precios cayeron. Abdullah Bin Hamad Al Attiyah, el ministro de energía de la época, creía que el gas era el futuro.
El consumo aumentaba y los ingenieros habían reducido el costo de producción del GNL, que se comprime y enfría a -161 °C, lo que permite transportarlo por todo el mundo. En 2012, el país se había convertido en el mayor exportador del mundo gracias a la demanda de Japón y Taiwán. Sin embargo, Europa ha resultado ser un mercado más difícil de conquistar debido a la competencia de Rusia.
Tras el inicio, por parte de Rusia, del conflicto más mortífero de Europa desde la Segunda Guerra Mundial y por las amenazas de Putin de tomar represalias contra las sanciones occidentales cerrando las exportaciones de gas. La UE ha impuesto duras sanciones comerciales y empresariales en un intento de aislar a Rusia, pero hasta ahora ha excluido el petróleo y el gas.
Por ahora, Qatar no puede producir lo suficiente para satisfacer las necesidades de Europa, que obtiene alrededor del 40% de su gas de Rusia. El productor estatal Qatar Energy está bombeando a plena capacidad y más del 80% de sus cargamentos van a Asia. La mayoría de ellos se venden en virtud de contratos plurianuales que Doha ha dicho que no cancelará para desviar el suministro a Europa.
La futura bonanza está clara
Morgan Stanley prevé que el abandono de la energía rusa por parte de Europa supondrá un aumento del 60% en el consumo mundial de GNL para 2030. Goldman Sachs prevé que los precios del gas al contado en Asia y Europa alcanzarán los 25 dólares por millón de unidades térmicas británicas al menos hasta el próximo año.
Eso es más de seis veces el precio de equilibrio del proyecto de ampliación de Qatar. Los bancos estadounidenses son igualmente optimistas respecto al petróleo, al que están vinculados la mayoría de los contratos de suministro de Qatar.
La UE se ha embarcado en una estrategia múltiple para aceptar mucho más gas GNL canalizado procedente de fuera de Rusia. Alemania, cuyo Ministro de Economía, Robert Habeck, viajó a Doha para reunirse con el emir a mediados de marzo, se ha comprometido a construir sus primeras terminales de importación de GNL. Países como Estonia también están estudiando nuevas instalaciones.
A la edición de este año de la conferencia de política exterior del Foro de Doha, celebrada en marzo, asistieron casi 4.000 personas, entre ellas el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
El Presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, recibió un largo aplauso por un discurso en vídeo en el que dijo que Qatar podía evitar que Rusia utilizara la energía como “un arma para chantajear al mundo”.
En definitiva, la invasión de Rusia y la incertidumbre del suministro de gas a Europa han cambiado el juego para Qatar.
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