Un grupo de ingenieros del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Estados Unidos, ha diseñado una bicicleta autónoma que podrían servir como una alternativa a los modelos actuales de bicicletas compartidas. El nuevo vehículo podría transformar los sistemas de uso compartido y ser una solución para la alta demanda, generando al mismo tiempo, una red de transporte más eficiente y sostenible en las ciudades.
De acuerdo a un comunicado de prensa del MIT (Massachusetts Institute of Technology), la bicicleta autónoma tiene por objeto llevar la comodidad de la movilidad a la demanda del uso compartido de bicicletas, permitiendo que más personas disfruten de sus ciudades de una forma nueva y respetuosa con el medio ambiente.
Además, mejorará el acceso al transporte público al reducir la dependencia de los autómoviles que quedaría para para realizar viajes más largos, dicen los ingenieros del MIT.
Al ser una solución de movilidad de alquiler, los usuarios podrán pedir una bicicleta a través de una aplicación y la bicicleta eléctrica se desplazará de manera autónoma hasta donde se encuentre la persona. Luego, podrá ser montada como una bicicleta normal y una vez que el viaje se haya completado, volverá al modo autónomo ya sea para recoger a su próximo usuario o a una estación de carga.
Según el último informe de las Naciones Unidas, en 2018 las ciudades representaban el 55% de la población mundial y este número crecerá hasta el 68% en 2050. A medida que el mundo sigue urbanizándose, las ciudades tendrán que hacer frente a nuevos desafíos que requerirán soluciones innovadoras en materia de vivienda, infraestructura, servicios y movilidad.
En ese sentido, las nuevas demandas de movilidad necesitarán medios de transporte eficientes, ecológicos, económicos y fiables que garanticen un flujo conveniente de personas y bienes alrededor de las ciudades, minimizando los problemas relacionados con la movilidad, como la congestión, la contaminación del aire o los largos desplazamientos diarios.
El MIT Media Lab City Science visualiza las ciudades del futuro como “centradas en el ser humano”, compuestas de distritos densos y diversos donde la gente puede caminar o ir en bicicleta desde su casa a la escuela, al trabajo o incluso de compras.
En este nuevo escenario sin coches, los sistemas de micromovilidad compartida y autónomos como la Bicicleta Autónoma del MIT, funcionarían como una opción de movilidad para distancias cortas de desplazamiento.
Vídeo: Es una nueva solución a los actuales sistemas de intercambio de bicicletas
Diseño del sistema y prototipo inicial
Uno de los aspectos clave en la mecánica de la conducción autónoma de una bicicleta es el auto-balance. Para resolver este problema, el MIT ha diseñado un mecanismo innovador que proporciona dos configuraciones diferentes:
- El primero para uso normal: la configuración de la bicicleta permite que la experiencia sea la misma que la de una bicicleta normal.
- El segundo, para la conducción autónoma: la bicicletase transforma en un triciclo que tiene la estabilidad necesaria para conducirse por sí mismo. Esta transición es generada por dos actuadores lineales que separan y unen dinámicamente las dos ruedas traseras según sea necesario.
Figura 1. La bicicleta se transforma en un triciclo que tiene la estabilidad necesaria para conducirse por sí mismo
En el grupo del MIT Media Lab City Science ha preparado, construido y probado un prototipo funcional a gran escala de este mecanismo. El prototipo también incluye los motores eléctricos para su movimiento en modo autónomo:
Un motor de accionamiento para la propulsión y otro para la dirección. El prototipo actual se maneja a través de un control remoto; los próximos pasos incluyen una mayor integración del hardware y el software de autonomía.
Posibles beneficios
La bicicleta autónoma del MIT puede ofrecer una mejor experiencia al usuario al aportar la comodidad de los sistemas de movilidad a la demanda al uso compartido de la bicicleta, al tiempo que resuelve, al mismo tiempo, algunos de los problemas que se encuentran en los sistemas actuales, como el problema del reequilibrio o la sobrecuantificación de las flotas.
El reequilibrio de las flotas es uno de los principales problemas de los sistemas actuales de intercambio de bicicletas. Debido a las similitudes en las pautas de desplazamiento -por ejemplo, las personas que se desplazan hacia el interior en las horas punta- y a otros efectos como la presencia de colinas, las bicicletas se concentran en algunas zonas de la ciudad a determinadas horas del día, mientras que otras zonas permanecen sin bicicleta. En esas situaciones, encontrar bicicletas o plataformas disponibles se convierte en un problema, lo que aumenta el tiempo de viaje y provoca la frustración de los usuarios y la pérdida de fiabilidad del sistema. Para mitigar este problema, los operadores tienen que redistribuir las bicicletas a través de la ciudad en furgonetas o camiones específicamente diseñados, lo que conlleva un alto costo económico y ecológico.
Por otra parte, los sistemas sin plataforma, al no estar restringidos por el número y el tamaño de las estaciones, pueden sufrir una sobrecuantificación. El tamaño de estas flotas puede exceder la capacidad de infraestructura de las ciudades y la demanda de los usuarios, causando problemas urbanos, y la flexibilidad en el lugar de entrega puede significar que la gente deje las bicicletas apiladas en las calles y aceras. Debido a estos problemas, algunas ciudades han comenzado a limitar el tamaño de las flotas sin plataforma, mientras que otras han obligado a los operadores a cesar sus programas.
Con una flota de bicicletas autónomas como la Bicicleta Autónoma del MIT, el problema de reequilibrio se reduce, ya que las bicicletas se conducirán por sí solas hasta el siguiente usuario (o hasta la región donde se prevé que se produzca la demanda). Además, al ser más eficientes que los sistemas actuales, se necesitarían menos bicicletas para satisfacer la misma demanda.
Para los usuarios, disponer de un servicio de puerta a puerta sin tener que afrontar el problema de encontrar bicicletas o muelles disponibles mejoraría enormemente la experiencia de compartir la bicicleta. La reducción de los tiempos de viaje y el aumento de la comodidad incentivaría a más personas a utilizar bicicletas compartidas para ir al trabajo, apoyando así una transición hacia ciudades más habitables y sostenibles.
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