Con el inicio del coronavirus, muchos se preguntan si la industria del carbón ha entrado en sus últimos días como una fuente viable de energía.
Las cifras recientes no han sido amables con la industria del carbón, que en muchos países ha estado en constante declive en los últimos años. Las fuentes de energía de la competencia a precios bajos, debido al subsidio impulsado por la creciente preocupación mundial sobre el impacto significativo del carbón en el cambio climático, han llevado a que caiga en desgracia como un recurso natural.
Estados Unidos se encuentra entre los países que experimentan tal disminución. Con el clima cálido que hace bajar los precios del gas natural, los precios del petróleo alcanzan mínimos históricos y el cambio concertado hacia la energía eólica y solar ganando vapor, el carbón se ha vuelto gradualmente más excluido de la mezcla de combustibles que generan energía en el país.
Industria del carbón: cifras alertan la caída
Estados Unidos vio caer la demanda de electricidad de las centrales eléctricas de carbón a nuevos mínimos. Según un análisis reciente de la consultora Rhodium Group, la contribución del carbón a la generación total de energía del país, se ha reducido a solo el 15 por ciento, el nivel más bajo en la historia moderna. Y por primera vez, observó Rhodium, la energía eólica y solar juntas, generaron más electricidad en ciertos días de abril.
El análisis de las cifras federales muestra que en 2019, la generación de carbón de EE. UU. cayó un 36 por ciento. Y de acuerdo con el Instituto de Análisis Económico y Financiero de la Energía (IEEFA), las tres principales fuentes renovables, la solar, eólica e hidroeléctrica, produjeron más energía que el carbón durante el primer trimestre.
La Administración de Información de Energía de EE. UU. (EIA), pronostica que la producción total de carbón de EE. UU. de este año se reducirá en hasta 170 millones de toneladas, equivalente al 22 por ciento de la producción total, a 537 millones de toneladas, debido a la influencia amortiguadora del coronavirus y a un invierno más suave de lo normal, el cual requirió menos electricidad total para calentar hogares, escuelas y oficinas. Algunas estimaciones incluso llegan al 25 por ciento.
Incluso, antes de que la pandemia ingresara a los Estados Unidos, las compañías de carbón se declararon en bancarrota. Un artículo reciente del Wall Street Journal señaló que si bien, el declive no fue tan pronunciado en 2017 y 2018, los productores de carbón “gastaron miles de millones de dólares en dividendos y recompras de acciones para beneficiar a sus inversores”, en lugar de ahorrar o reinvertir sus ganancias.
Promesas de rescate
A pesar de las promesas de la administración del presidente Donald Trump de rescatar a la industria del carbón, 39.000 MW de capacidad de la central eléctrica a carbón ha cerrado Según Reuters. Si esta tendencia continúa, más plantas habrán cerrado sus puertas durante el primer mandato de Trump (2017-20), alrededor de 46.600 MW, que durante el segundo mandato del presidente Barack Obama (2013-16), aproximadamente 43.100 MW.
Se espera que esta tendencia continúe a medida que la economía empeora. “Simplemente será que las energías renovables y el gas mantendrán su mercado, y el carbón, que es el combustible más caro, será expulsado aún más de lo que debería”, observó Seth Feaster del IEEFA.
Además, se observan las mismas tendencias en gran parte del resto del mundo. La Agencia Internacional de Energía (AIE) con sede en París pone la demanda de carbón en un 8 por ciento menos durante el primer trimestre de este año en comparación con el primer trimestre de 2019, con una caída tan significativa atribuida a una menor demanda en el sector eléctrico, en el que dos tercios del carbón se consume.
Con los gobiernos que imponen en todo el mundo directivas de distanciamiento social y de quedarse en casa para combatir la propagación del coronavirus, la demanda de carbón de las centrales eléctricas ha disminuido. En China, donde se consume más de la mitad del carbón del mundo, la AIE señala que el brote de Covid-19 “provocó un marcado descenso en la demanda de carbón”.
¿Vale la pena el apoyo a la industria del carbón durante la crisis?
El carbón continúa proporcionando aproximadamente una cuarta parte de la generación de electricidad del país. Y en muchos estados, es el principal combustible para la generación de electricidad. En las redes eléctricas regionales de todo el país, las plantas de carbón, a menudo, juegan un papel insustituible para garantizar una energía asequible y confiable donde las comunidades más la necesitan. Esta es una industria esencial y merece un apoyo inteligente y específico.
A diferencia de otras industrias, la del carbón no solicita un rescate de efectivo. Simplemente está pidiendo flexibilidad y una carga regulatoria y fiscal reducida a corto plazo para garantizar su viabilidad en este momento extraordinario.
El estrés que enfrenta la industria minera es muy real. La demanda energética ya se ve afectada por los bloqueos de la ciudad y el estado. Las condiciones esperadas en los mercados de electricidad en los próximos meses impactarán profundamente a una industria que todavía intenta recuperarse y encontrar su base después de años de sobreajuste regulatorio que cerró plantas y minas.
Es importante pensar en la cartera de generación de electricidad requerida en los próximos años. La red eléctrica de Estados Unidos todavía necesita energía de carbón a demanda y con combustible seguro. Y precisa que los mineros de Estados Unidos lo produzcan.
El gobierno tiene la oportunidad de evitar un declive innecesario de una industria y fuerza laboral críticas. Lo mejor que puede hacer Washington es asegurarse de que las industrias esenciales reciban los medios para continuar operando y mantener a las personas trabajando.
Conclusión – ¿Representa Covid-19 un problema para la recuperación?
La actual desaceleración podría ralentizar la recuperación prevista del carbón, según el analista de IHS Markit Jim Thompson. Dicho esto, muchos esperan que los precios del gas natural aumenten en 2021, debido a la desaceleración de la perforación petrolera, que debería reducir la cantidad de gas producido en los pozos petroleros.
Si esto se materializa, la demanda de carbón podría volver a girar una vez más. Si bien, la situación puede estar cada vez más contra la pared para el carbón en los EE. UU., la mercancía sigue siendo crucial para la generación de energía en otras economías importantes del mundo. Y esa situación no cambiará en el futuro previsible.
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