Los elevadísimos costes de la energía están obligando a las empresas europeas a trasladarse a lugares más baratos, como Estados Unidos. La Ley de Reducción de la Inflación podría beneficiar a las industrias de productos químicos, baterías y energías limpias. Industrias como la manufacturera y la de producción de fertilizantes son especialmente vulnerables a los altos precios de la energía.
El aumento de los costes de la energía en Europa está cerrando las empresas y amenazando con una recesión en todo el bloque. Pero no todos aceptan este destino. Algunas empresas se están trasladando a lugares más baratos: el gigante siderúrgico estadounidense ArcelorMittal dijo a principios de este mes que reduciría a la mitad la producción de una siderúrgica en Alemania y de una unidad en otra planta, también en Alemania. La empresa dijo que había basado su decisión en los altos precios del gas.
Por otra parte, ArcelorMittal advirtió recientemente que esperaba que su producción de acero para el cuarto trimestre del año fuera 1,5 millones de toneladas inferior a la del último trimestre de 2023, citando de nuevo los precios excesivos junto con la caída de la demanda.
Al mismo tiempo, ArcelorMittal anunció a principios de este año que tenía planes para ampliar una operación en Texas, describiendo el estado como una “región que ofrece energía altamente competitiva y, en última instancia, hidrógeno competitivo”. Es sólo una de las empresas con sede en Europa que empiezan a ver los beneficios de crecer en Estados Unidos, según un informe de David Uberti, del Wall Street Journal.
Uberti cita a ejecutivos del sector que dicen que no ha sido precisamente una decisión difícil de tomar. Básicamente, según el informe, se trata de un simple dilema entre plegarse ante las desorbitadas facturas energéticas o trasladarse a un entorno energético mucho más barato, con nuevos incentivos para determinadas industrias.
No es de extrañar que las empresas se trasladen a EE.UU.
Los productos químicos, las baterías, la energía verde… todos ellos son sectores que se beneficiarán sustancialmente de la Ley de Reducción de la Inflación aprobada el mes pasado. No es de extrañar, por tanto, que las empresas que operan en estas áreas vean como una buena idea trasladarse o expandirse en Estados Unidos.
Entretanto, en Europa, cada vez más empresas pasan al modo de supervivencia. Esto se debe a que, para muchas de ellas, se acerca el momento de renovar sus contratos de suministro de electricidad con las compañías eléctricas. Gracias a la inflación de la energía, éstos van a ser mucho más elevados que los contratos del año en curso, con precios para el primer año que superan los 1.000 dólares en Francia y Alemania.
Liz Alderman, del New York Times, escribía en un artículo reciente que las industrias intensivas en energía, como la fabricación y la producción de fertilizantes, eran especialmente vulnerables precisamente por sus mayores necesidades energéticas. Citaba el caso de Arc International, una de las principales empresas de fabricación de vidrio, que también está cerrando unidades de producción para hacer frente al aumento de los costes energéticos.
La Comisión Europea ha prometido ayudar limitando los ingresos de los generadores de electricidad que utilizan una fuente de energía primaria distinta del gas, y gravando los beneficios “excesivos” de las empresas de petróleo, gas y carbón. Según la CE, hacer caja en las circunstancias actuales es un error, aunque los beneficios en sí mismos sean algo bueno.
Se prevé recaudar unos 140.000 millones de euros -casi la misma cantidad en dólares- para distribuirlos entre los hogares y las empresas en dificultades. Los críticos, sin embargo, señalan que esto no será suficiente para salvar a las empresas de la quiebra. European Aluminium, la asociación del sector, llegó a afirmar que los costes de la energía podrían provocar la quiebra de la industria del aluminio en Europa.
“Creo que pasaremos dos inviernos sin problemas”, dijo el director ejecutivo del fabricante de productos refractarios RHI Magnesita al Wall Street Journal. Sin embargo, si el gas no se abarata, dijo Stefan Borgas, “las empresas empezarán a buscar en otra parte”.
Parece que el hecho de que las empresas hagan las maletas y se marchen a jurisdicciones más baratas es otra consecuencia no deseada de las políticas favorecidas por los gobiernos europeos, especialmente en el departamento de energía. También es un riesgo más para la supervivencia del bloque como formación industrializada competitiva en el futuro. Y este riesgo supone un enigma más que los gobiernos y la administración de Bruselas deberán resolver a corto plazo.
Noticia de: oilprice / Traducción libre del inglés por World Energy Trade
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