Aunque el sector estadounidense de las energías limpias está en auge, la red energética del país tendrá que ampliarse si quiere hacer llegar el nuevo suministro de energía a los centros de demanda de todo el país.
Según el Departamento de Energía de EE.UU., el país necesitará 47.300 gigavatios-milla de nuevas líneas eléctricas para 2035, lo que supone una ampliación del 57% de la red existente.
Además de ampliar la red, hay que mejorar la existente, dos tareas que requerirán una renovación del actual sistema de aprobación de proyectos de redes energéticas.
Para seguir el ritmo de expansión de la capacidad de producción de energías renovables, Estados Unidos tendrá que duplicar con creces el tamaño actual de la red eléctrica.
Los estímulos de los sectores público y privado están dando resultados y el sector de las energías limpias está en pleno auge. Sin embargo, gran parte de los beneficios medioambientales potenciales de la electrificación se desperdiciarán por completo si no disponemos de las líneas eléctricas y la capacidad de la red para transmitir esa energía desde donde se produce hasta donde se concentra la demanda.
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Cumplir los objetivos climáticos mundiales exige una expansión rápida y masiva de la capacidad de producción de energías renovables. Es difícil exagerar la urgencia de este imperativo; de hecho, las Naciones Unidas han anunciado un código rojo para la humanidad.
Construir suficientes parques eólicos y solares para impulsar la transición hacia energías limpias exigirá superar tres grandes obstáculos: encontrar suficiente terreno a un precio asequible, construir la red eléctrica para soportar la afluencia de electricidad y arreglar el antiguo e ineficiente proceso de concesión de permisos que rige estos procesos.
Los parques solares y eólicos a gran escala requieren mucho terreno, lo que significa que estos proyectos se están adentrando cada vez más en zonas rurales donde a menudo no son deseados.
“Los parques solares y eólicos requieren al menos diez veces más espacio por unidad de potencia que las centrales eléctricas de carbón o gas natural, incluido el terreno utilizado para producir y transportar los combustibles fósiles”, informaba recientemente McKinsey. “Los aerogeneradores suelen colocarse a media milla de distancia, mientras que los grandes parques solares abarcan miles de hectáreas”.
Esto plantea una serie de retos interconectados a la difusión de la energía limpia: competencia por el suelo, litigios y protestas de las localidades donde se planean estos proyectos y, una vez que el proyecto está finalmente terminado, transmitir esa energía por todo el camino desde las zonas rurales hasta los centros urbanos donde se necesita.
Para satisfacer estas necesidades, según el Departamento de Energía de EE.UU., el país necesitará 47.300 gigavatios-milla de nuevas líneas eléctricas de aquí a 2035. Esto supone una ampliación del 57% de la red actual.
Cumplir ese objetivo exigirá multiplicar por dos el ritmo actual de construcción. El problema no son los materiales de construcción, ni siquiera la mano de obra, aunque eso es otro reto en sí mismo. El verdadero problema es el mencionado ritmo glacial de los procesos burocráticos que subyacen a la concesión de permisos y la supervisión de proyectos de energía limpia, así como la ampliación de la red.
La construcción de líneas eléctricas es un enorme obstáculo burocrático que puede tardar años en aprobarse. La revisión media de los proyectos de energías renovables tarda unos 3,5 años, pero hay casos en los que una sola línea de transición tardó más de una década en completarse.
No sólo hay que ampliar la red, sino también mejorarla. La red eléctrica de EE.UU. es un sistema anticuado y fracturado que requerirá importantes actualizaciones para adaptarlo a la era moderna y prepararlo para una afluencia masiva de energía variable para la que no fue diseñado.
Un reciente artículo de opinión en el New York Times sostiene que la mejor manera de resolver estos problemas superpuestos es eliminar todos los sistemas e instituciones que actualmente se encargan de revisar y aprobar estos proyectos y dar esta responsabilidad a una sola entidad a nivel federal. De este modo, se agilizaría el proceso y la propia red estaría más interconectada que antes, lo que supondría un importante mecanismo de seguridad en caso de fallo de una parte de la red.
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Arreglar el sistema actual de permisos y aprobaciones será esencial para descarbonizar la economía de Estados Unidos, mantener la seguridad energética en todo el país y garantizar que no se desaprovechen los esfuerzos ya en marcha para descarbonizar la combinación energética de la nación.
Es estupendo que se esté añadiendo capacidad eólica y solar a un ritmo récord, pero todo es un desperdicio si, una vez terminada, no hay un permiso que les permita conectarse a la red, o si no hay red en absoluto.
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