Las semillas del ricino silvestre, Ricinus communis, pueden convertirse en biodiésel, según un nuevo estudio publicado en el International Journal of Oil, Gas and Coal Technology.
El equipo de investigación mexicano muestra cómo la reacción de transesterificación necesaria del aceite de las semillas utilizando metanol en presencia de hidróxido de sodio como catalizador puede producir un producto combustible que cumple las normas establecidas por la Sociedad Americana de Pruebas y Materiales y la Organización Europea de Normalización. Una proporción de aceite a metanol de 1 a 9 es la más eficiente.
El equipo explica cómo, en la búsqueda de alternativas sostenibles a los combustibles fósiles, se utilizan desde hace años técnicas de producción de biodiésel mediante una reacción de transesterificación de un producto biológico.
El proceso consiste en transformar los ésteres del aceite de origen vegetal en otro éster de tipo combustible y en glicerol como subproducto. Las diferentes densidades de los ésteres y del glicerol permiten separarlos fácilmente por gravedad y eliminar el glicerol. El reactivo de alcohol puede entonces eliminarse de este biodiésel por destilación y reciclarse para su uso en el siguiente lote.
Manuel Flota-Bañuelos y Liliana San-Pedro, de la Universidad Autónoma de Yucatán, y Carlos A. Victoria-Graniel, del Instituto Tecnológico Nacional de México (Campus Tizimín), Yucatán, México, señalan que para obtener el mayor beneficio, el biodiésel debe derivarse de fuentes abundantes, renovables y locales a la planta de producción. “Las diferentes materias primas utilizadas en la producción de biodiésel varían según la ubicación, ya sea por su clima o por su disponibilidad, las más comunes son los aceites y grasas más abundantes en cada región”, explica el equipo.
El equipo añade que las materias primas más comunes son los aceites y grasas de origen natural, ya que son ricos en una mezcla de lípidos que incluye glicéridos (acilgliceroles), formados por ésteres entre ácidos grasos y glicerol. Comúnmente, el aceite de girasol y el de soja son las fuentes de biodiésel más conocidas. Sin embargo, cada vez se utilizan más los aceites de otras semillas, e incluso los de pescado. Para obtener un mayor beneficio medioambiental, lo mejor sería utilizar semillas no comestibles que puedan crecer en suelos de baja calidad, para que la producción de biodiésel no compita con el cultivo de productos alimenticios.
Las plantas de ricino se han cultivado durante muchos años para darnos aceite para lámparas y lubricantes. Los aceites se utilizan incluso como materia prima química para la producción de polímeros, tensioactivos y otras sustancias.
Por ello, ya se sabe mucho sobre el cultivo y la conversión del aceite de ricino. El equipo sugiere, basándose en su estudio de reacción, que las plantas silvestres de ricino podrían representar una parte importante de nuestra conversión a biodiésel sin comprometer la producción de cultivos alimentarios.
Noticia tomada de: Phys / Traducción libre del inglés por World Energy Trade
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