El presidente López Obrador quiere detener la mayoría de las exportaciones de petróleo y las importaciones de gasolina y otros combustibles. Los críticos dicen que está incumpliendo los compromisos de cambio climático de México.
La compra de la refinería es parte de la propia apuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador por una especie de independencia. En un esfuerzo por lograr la autosuficiencia energética, el presidente de México está invirtiendo fuertemente en la compañía petrolera estatal, poniendo un énfasis renovado en la producción de petróleo y retirándose de las energías renovables, incluso cuando algunos gigantes petroleros como BP y Royal Dutch Shell están invirtiendo más en ese sector.
López Obrador tiene como objetivo eliminar la mayoría de las exportaciones de petróleo mexicano en los próximos dos años para que el país pueda procesar más a nivel nacional. Quiere reemplazar los suministros de gasolina y diésel que el país compra actualmente a otras refinerías en los Estados Unidos con combustible producido internamente o por la refinería en Deer Park, que se fabricaría con petróleo crudo que importa de México. El cambio sería un salto ambicioso para Petróleos Mexicanos, la empresa comúnmente conocida como Pemex.
La producción de petróleo de la compañía, comparable a la de Chevron en los últimos años, ha estado cayendo durante más de una década y tiene una deuda de más de $ 100 mil millones, la más grande de cualquier compañía petrolera en el mundo.
La decisión de pagar $596 millones por una participación mayoritaria en la refinería Deer Park, que se encuentra en el canal de navegación de Houston y sería la única operación importante de Pemex fuera de México, es fundamental para cumplir con los planes de López Obrador para rehabilitar la refinería petrolera. y establecer ocho refinerías productivas para uso mexicano. México también acordó pagar $1,200 millones en deudas que Pemex y Shell tienen conjuntamente como copropietarios de la refinería, que es rentable.
Si bien las políticas de López Obrador difieren de la creciente preocupación mundial por el cambio climático, reflejan una tentación duradera para los líderes y legisladores de todo el mundo: reemplazar las fuentes de energía importadas con combustibles de producción nacional. Además, los empleos generalmente bien remunerados que brindan las industrias del petróleo y otros combustibles fósiles son políticamente populares en América Latina, África y países industrializados como Estados Unidos.
En la década de 1930, el gobierno mexicano se hizo cargo de las operaciones de Royal Dutch Shell al sur de la frontera y nacionalizó toda la industria petrolera que entonces estaba dominada por extranjeros. Ahora, López Obrador está listo para dar un paso más y tomar el control total de una gran refinería de petróleo de Shell.
La toma de posesión es aún más precisa porque está ocurriendo en un suburbio industrial que se autodenomina “el lugar de nacimiento de Texas”, donde los rebeldes marcharon al campo de batalla de San Jacinto para derrotar al ejército mexicano, el evento conmemorado en los murales de la refinería. El campo de batalla está a cinco millas de la refinería.
Muchas de las iniciativas del presidente mexicano están siendo cuestionadas por los legisladores de la oposición y la comunidad empresarial. Pero López Obrador puede hacer mucho por su cuenta. Planea gastar $8 mil millones en un proyecto para construir una refinería de petróleo en el estado de Tabasco y más de $3 mil millones para modernizar seis refinerías.
La compra de la refinería Deer Park es crucial para sus planes porque el complejo de Tabasco no se completará hasta 2023 o 2024 y no producirá suficiente gasolina, diésel y otros combustibles para satisfacer todas las necesidades de México.
Noticia tomada de: The New York Times / Traducción libre del inglés por World Energy Trade
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