La investigación de Wood Mackenzie indica que los productores de petróleo y gas del Mar del Norte del Reino Unido están obteniendo más beneficios que nunca, en una época en la que el sector está en progresivo declive.
La investigación de Wood Mackenzie indica que los productores de petróleo y gas del Mar del Norte del Reino Unido están obteniendo más beneficios que nunca, en una época en la que el sector está en progresivo declive.
“Este nuevo impuesto sobre los beneficios de la energía (EPL), que es un impuesto inesperado, significa que si un operador no invierte en nuevos proyectos de aquí a finales de 2025, pagará mucho más al Tesoro”, afirma Graham Kellas, Vicepresidente Senior de Investigación Fiscal Global.
“Los operadores que desarrollen nuevos yacimientos o mejoren las instalaciones existentes podrán, sin embargo, solicitar enormes desgravaciones adicionales contra el nuevo impuesto”. Durante la imposición del EPL, los inversores podrán ahorrar 91,25 peniques por cada libra que gasten en el desarrollo de recursos sin explotar.
“El plazo podría ser suficiente para que algunos descubrimientos, que actualmente están a la espera de una decisión final de inversión, se desarrollen con la mayor parte de los costes recibiendo esta desgravación fiscal. Y si el yacimiento se pone en marcha después de 2025 -y el Gobierno se ciñe a su plan y elimina la LPE-, volverán a pagar impuestos al 40% sobre los beneficios del yacimiento”.
Las expectativas antes del anuncio del Canciller eran que se aplicaría un simple cambio de tipo. Sin embargo, el Gobierno ha modificado la base sobre la que se paga el impuesto, de modo que las empresas que pagan pocos impuestos debido a las pérdidas arrastradas y los pasivos de desmantelamiento verán ahora una mayor parte de sus ingresos sujetos a la EPL.
“Habrá una reacción negativa por parte de la industria, que aborrece las revisiones ad hoc del sistema tributario y reclama regularmente la previsibilidad fiscal. Se podría evitar este tipo de respuesta a corto plazo si el Reino Unido adoptara el enfoque -ya utilizado en otros territorios- de vincular los tipos impositivos al precio del petróleo, subiendo y bajando al mismo tiempo”, añade Kellas.
Por su parte, Neivan Boroujerdi, Director de Investigación del Mar del Norte, afirma: “Es poco probable que la medida haga que los proyectos nuevos o existentes dejen de ser rentables, e incluso podría acelerar los desarrollos “listos para funcionar”, como Rosebank y Cambo. Se ha incentivado el adelanto de éstos a una decisión final de inversión. Puede que se reordene el orden de algunos proyectos en las carteras globales y que afecte a algunas decisiones de inversión a largo plazo.
“También puede influir negativamente en el sentimiento de los inversores hacia la búsqueda y el desarrollo de nuevas fuentes de suministro en un país muy maduro, fiscalmente inestable y con la ambición de ser cero neto en 2030”.
Boroujerdi añade: “El Gobierno ha dicho que si los precios bajan a “niveles históricamente normales”, eliminará gradualmente el impuesto sobre las ganancias inesperadas, pero no es ni mucho menos seguro cuáles son esos niveles y la incertidumbre fiscal en el Reino Unido seguirá siendo un tema clave para los inversores”.
“En última instancia, a la industria no le gustará, pero vale la pena señalar que nadie -ni la industria ni el gobierno- preveía más de 100 dólares por barril de Brent en sus escenarios de planificación. Los beneficios de las empresas seguirán siendo superiores a lo que se preveía hace seis meses”.
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