De un total global de 28 embarcaciones flotantes de producción, almacenamiento y descarga (FPSO) que están en construcción, 22 están en proceso en astilleros ubicados en China, Corea del Sur y Singapur.
Con base en análisis de Rystad Energy, se espera que el brote de COVID-19 cause una gran escasez de personal y suministros en estos países, lo que a su vez retrasará las entregas de proyectos en un periodo de entre 3 a 6 meses.
Si se intensifica la epidemia, los retrasos pudiesen aumentar a 9 o incluso 12 meses, especialmente teniendo en cuenta los plazos restringidos para el transporte pesado, la instalación y la conexión. El tiempo de desarrollo promedio para un FPSO es de 36 meses, lo que significa que las empresas pudieran enfrentar un retraso del 30%.
“Aunque los operadores y contratistas están buscando formas de compensar el tiempo que se perderá, incluido el acelerar otras etapas de desarrollo, anticipamos que el primer petróleo o gas obtenido para estos proyectos enfrentará evidentes demoras”, dice Rystad Energy Partner y Jefe de Investigación del Servicio de Campos Petrolíferos Audun Martinsen.
En la actualidad, se están desarrollando 28 FPSO a nivel mundial, 15 de las cuales se están construyendo en China. Siete de ellas están en construcción en el epicentro del COVID-19, otras en Corea del Sur, así como en Singapur, mientras que seis buques adicionales se están construyendo en otros lugares.
Muchos trabajadores chinos recibieron una extensión de vacaciones a principios de febrero después del Año Nuevo chino, con el objetivo de limitar la propagación del virus. Sin embargo, cuando los trabajadores regresen a los astilleros, Rystad Energy espera que los proyectos aún tengan que lidiar con un 30% a 50% menos de horas de trabajo.
Figura 1. Las 8 principales localidades de construcción y la cercanía con el epicentro del virus
El progreso de la construcción también puede verse frenado por demoras en el suministro, ya que la entrega de materiales a granel, módulos y equipos se ve obstaculizada por restricciones de transporte tanto dentro como fuera de China continental. La tasa de utilización de la planta en el sector de fabricación de equipos de China ahora ha caído a menos del 10%.
Además, la gestión del proyecto enfrentará problemas graves, ya que las prohibiciones de viaje restringen el acceso a los astilleros por parte de contratistas, empresas de ingeniería, compañías de certificación y funcionarios de exploración y producción.
Esto se hizo particularmente evidente después de la noticia de que el coronavirus se había extendido a la región italiana de Lombardía, localidad de gran importancia para la principal contratista Saipem, lo que obligó a la compañía a pedirle a miles de trabajadores que se quedaran en casa hasta nuevo aviso.
Los expertos aún no saben cuándo disminuirán los efectos de la epidemia, pero una cosa queda clara: la situación empeorará en marzo y el impacto del virus no se limita a los astilleros de fabricación chinos, esto afecta a toda la industria global de servicios.
Como el virus ha reducido la actividad industrial y ha obligado a las autoridades a imponer restricciones de viaje en China y más allá, gran parte del crecimiento mundial esperado de la demanda de petróleo de este año se perderá.
Los precios del petróleo ya han caído por debajo del umbral de US$ 50 por barril y pudiesen caer aún más si la OPEP no implementa recortes de suministro adicionales.
Los precios más bajos del petróleo darán como resultado que las compañías de petróleo y gas reduzcan sus presupuestos flexibles de inversión, especialmente los operadores de shale bituminoso en Norteamérica.
La evaluación actual de Rystad Energy pronostica que el COVID-19 pudiese dar lugar a que las inversiones globales en exploración y producción caigan alrededor de US$ 30 mil millones en 2020, lo que representa un golpe significativo para la industria. Es probable que algunas de estas inversiones se reactiven en 2021.
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