En los últimos años se han potenciado las energías verdes en detrimento de los combustibles fósiles. La caída de los precios de las renovables y el auge de las inversiones en tecnologías de bajas emisiones de carbono podría provocar que las empresas especializadas en combustibles fósiles se quedaran con billones de activos varados.
Los países y los mercados siguen invirtiendo en la extracción de combustibles fósiles como el petróleo, en un momento en que los avances tecnológicos y las medidas de protección del medioambiente están reduciendo la demanda. Los científicos confirman la existencia de una “burbuja de carbono” que, si no se desinfla pronto, “podría llevar a una pérdida de riqueza global de entre 1 y 4 billones de dólares, comparable con la que provocó la crisis financiera de 2007“.
El Acuerdo de París implica una transformación sin precedentes del sistema energético, debido a que las emisiones globales de carbono en los próximos 10 años habrán de reducirse un 45 % respecto a 2010 y ser prácticamente cero en 2050. Para que estos objetivos sean alcanzables, es necesaria una reorientación urgente y a escala global de las inversiones en energías fósiles hacia las energías limpias, algo que no está sucediendo al ritmo adecuado y que implica seguir acumulando conflictos.
Colapso financiero: alerta de los sistemas bancarios
Una reciente carta firmada por el gobernador del Banco de Inglaterra y el de Francia, quien funge como presidente de la NGSF (Network for Greening the Financial System), red que agrupa 42 bancos centrales, ha alertado de los riesgos financieros de la transición energética y señala que es necesario “el compromiso de todos los actores para evitar un colapso repentino en los precios de los activos”.
Es bien sabido que existen reservas probadas de combustibles fósiles, así como un presupuesto de carbono, es decir, la cantidad máxima acumulada de emisiones de carbono que se pueden emitir a la atmosfera para estar dentro del umbral de seguridad. Por lo tanto, el alerta de estos bancos centrales tiene fundamento, hay que estar pendiente de no superar esa cantidad máxima. La Agencia Internacional de la Energía, EIA, advierte que solo un tercio de ellas podrá quemarse en el futuro, de lo contrario se afecta negativamente el presupuesto de carbono para cumplir el Acuerdo de París.
Esta limitación implica que una parte muy relevante de estas reservas e incluida en los balances contables de las empresas podrían convertirse, en un futuro no lejano, en activos inservibles o atascados, debido a que únicamente los proyectos con menores costes de producción podrán ser rentables.
¿La industria petrolera alineada con el Acuerdo de París?
Se esfuerzan por señalar que sus estrategias están alineadas con el Acuerdo de Paris, pero las inversiones previstas en exploración de nuevas reservas, así como sus hipótesis sobre crecimiento de la demanda indican que, en realidad, están apostando por el no cumplimiento del acuerdo.
La revolución tecnológica de las energías renovables y las baterías está comenzando a desplazar a las energías fósiles para servicios energéticos importantes. Está el caso de la movilidad de pasajeros, donde los vehículos eléctricos suponen una amenaza emergente para los convencionales, a medida que sus prestaciones mejoran, los entes gubernamentales despliegan las infraestructuras necesarias y las economías de escala reducen los precios de los vehículos.
Según un reciente estudio, optar por un vehículo eléctrico será en poco tiempo irresistible desde un punto de vista económico, lo que abre nuevas oportunidades industriales, pero también afectará en un 36 % de la demanda global de petróleo y a todos los activos asociados a dicha cadena de valor, es decir, el colapso financiero está próximo a suceder si no se toman las medidas preventivas.
El camino a seguir
Definitivamente, es urgente atender las alertas de los bancos centrales y todos los agentes implicados, bancos, inversores, aseguradoras y fondos de pensiones, valoren de forma adecuada estos riesgos. Decisiones como la del Banco Mundial, que ha resuelto no financiar más proyectos en exploración de gas y petróleo o la propuesta de la nueva Comisión Europea que quiere convertir al Banco Europeo de Inversiones en un verdadero “banco climático” al que destinaría la mitad de sus inversiones, son avances muy importantes.
El objetivo es reducir los enormes riesgos económicos de seguir invirtiendo en unos activos fósiles que más pronto que tarde habrían de quedarse obsoletos. La industria petrolera debe reorientar la estrategia, un camino verde le espera y debe de tomar la decisión para evitar su colapso financiero.
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