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El auge de las infraestructuras de GNL de 1 billón de dólares amenaza los objetivos climáticos

por World Energy Trade
El auge de las infraestructuras de GNL de 1 billón de dólares amenaza los objetivos climáticos

Mientras el mundo afronta la urgente necesidad de hacer frente al cambio climático, una sombra se cierne sobre nuestro progreso hacia los objetivos de sostenibilidad.

Un reciente informe de Earth Insight ha arrojado luz sobre un auge de las infraestructuras de GNL de 1 billón de dólares, que plantea importantes amenazas para la integridad medioambiental y los objetivos climáticos.

Esta expansión, lejos de ser un simple empeño económico, representa una coyuntura crítica en la que la búsqueda de la seguridad energética choca frontalmente con el imperativo de la preservación ecológica.

Earth Insight advierte de que una mayor producción de GNL podría amenazar la pesca, la salud humana, los ecosistemas y el clima mundial. También dificultará enormemente la consecución del límite de calentamiento de 1,5 grados establecido en el Acuerdo de París de 2015.

En medio del clamor por una transición verde, la ironía se agudiza cuando las naciones occidentales ricas, tradicionalmente a la vanguardia de la defensa de las energías renovables, lideran la expansión de la infraestructura de GNL.

Esta paradoja plantea cuestiones fundamentales sobre el verdadero coste de nuestras opciones energéticas y el camino a seguir para lograr un futuro sostenible.

Existen enormes proyectos de gas natural para la próxima década, ya que varias potencias mundiales han aumentado su producción de gas en consonancia con el aumento de la demanda. Gran parte de este aumento de la producción procederá de los países occidentales ricos, ya que varios Estados utilizan el gas como combustible de transición para abandonar el carbón y el petróleo, más contaminantes.

Sin embargo, esto está llevando a los activistas del clima a señalar la hipocresía de estos estados que reclaman una transición verde mientras también contribuyen en gran medida al aumento de la producción mundial de gas.

La demanda de gas natural ha ido en aumento, a medida que varios países disminuyen su dependencia del carbón y optan por el gas como combustible de transición en pos de un cambio hacia lo ecológico.

La invasión rusa de Ucrania en 2022, y las subsiguientes sanciones a la energía rusa, también llevaron a varias potencias gasistas a aumentar su producción para llenar el vacío y garantizar que los países que dependían en gran medida del gas ruso pudieran mantener su suministro.

Esto ha creado un aumento a medio plazo de la demanda que se espera se estabilice a medida que los países aumenten su capacidad de energía renovable.

Tyson Miller, Director Ejecutivo de Earth Insight, declaró: «Invertir en infraestructuras de GNL -especialmente en algunos de los viveros de vida marina más importantes del mundo- no tiene ningún sentido. A estas alturas de la transición energética y de la crisis de la naturaleza, es un billete de ida a activos varados y no nos ayudará a resolver la crisis climática».

Sin embargo, la mayoría de los países que contribuyen a la expansión masiva del GNL son los que también reclaman una transición ecológica mundial. Algunos Estados ricos en petróleo, como Rusia, Arabia Saudí y Qatar, han sido criticados repetidamente por hacer poco para reducir su producción de combustibles fósiles y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los últimos años, en respuesta a la presión de organizaciones como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para una transición verde.

No obstante, los campeones de la transición ecológica, como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Noruega y Australia, son considerados cada vez más como «los otros petroestados», debido a su continua búsqueda de combustibles fósiles.

Estos cinco países aportaron más de dos tercios (67%) de todas las nuevas licencias de petróleo y gas concedidas en el mundo desde 2020. Una de las principales críticas a esta fuerte contribución a la producción mundial de petróleo y gas es el hecho de que estos países tienen la capacidad económica para financiar una transición ecológica, con poca necesidad de producción de combustibles fósiles a largo plazo para satisfacer su demanda interna.

En lo que va de año, unas tres docenas de países de gran capacidad y baja dependencia, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido y Noruega, han concedido 121 nuevas licencias, lo que supone más que todo el resto del mundo.

Hasta 11.900 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero podrían liberarse durante la vida útil de todos los yacimientos de petróleo y gas existentes y por explotar cuya licencia se espera para finales de año. Muchos de estos proyectos se establecerán en países en desarrollo, que carecen de medios económicos para invertir en una transición ecológica.

Durante las cumbres sobre el clima de la COP de los últimos años, varios países en desarrollo han pedido un mayor financiamiento de los países de renta alta para apoyar una transición ecológica en el mundo en desarrollo.

El primer ministro de la India, Narendra Modi, ha pedido en repetidas ocasiones un mayor apoyo de algunos de los países más ricos del mundo para lograr la transición verde de la India.

Aunque se han desarrollado nuevos planes de financiamiento, existe una grave falta de inversión en el aumento de la capacidad de las energías renovables en el mundo en desarrollo, ya que la mayor parte del dinero sigue destinándose a operaciones de petróleo y gas.

En conclusión, el boom de infraestructura de GNL amenaza con anclar aún más nuestras economías en los combustibles fósiles, contrariando los esfuerzos por alcanzar la neutralidad de carbono y limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius. La paradoja radica en que muchos de los países que lideran esta expansión son también aquellos que abogan más fervientemente por una transición verde.

Este desafío subraya la necesidad imperativa de alinear las inversiones y políticas energéticas con los objetivos climáticos, promoviendo activamente las energías renovables y minimizando la dependencia de los combustibles fósiles.

La elección entre invertir en infraestructuras de GNL o apostar decididamente por soluciones de energía limpia y sostenible será crucial para determinar nuestro camino hacia un futuro climáticamente seguro y justo.

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