En la actualización de febrero de 2020 de su Perspectiva de energía a corto plazo (Short Term Energy Outlook – STEO), la Administración de Información de Energía de EE. UU. (EIA) pronostica que la demanda global de combustibles líquidos tendrá un promedio de 101.7 millones de barriles por día (bpd) en 2020, 1.0 millones de bpd más que el promedio de 2019, pero 378,000 bpd menos de lo previsto en enero de 2020.
El cambio en el pronóstico es impulsado por una combinación de consumo de combustible para calefacción inferior al esperado causado por el invierno más cálido del hemisferio norte, una desaceleración esperada del crecimiento económico en general y los efectos económicos particulares del nuevo coronavirus 2019 (COVID-19).
La EIA estima que en el año 2020 el COVID-19 tendrá un impacto en la demanda total de petróleo y combustibles líquidos de China e introducirá una reducción en promedio de 190,000 bpd.
El pronóstico a la baja de la Administración de Energía está fundamentado en tres factores, a saber, el PIB, consumo de jet fuel y otros combustibles:
- La reducción de la demanda de petróleo y combustibles líquidos causada por la disminución general de la actividad económica en china medida por el producto interno bruto (PIB).
- El volumen del consumo de combustible para aviones en China causado por las cancelaciones de vuelos en gran medida a consecuencia de las restricciones impuestas por los efectos del COVID-19.
- El impacto adicional en la demanda de China de otros combustibles utilizados para el transporte.
Figura 1. Impacto en el consumo de combustibles líquidos en China y el resto del mundo
Como con cualquier pronóstico, las estimaciones de EIA contienen una serie de incertidumbres y limitaciones. En particular, este pronóstico es particularmente sensible a la duración de la interrupción de la demanda causada por COVID-19.
Los pronósticos de la EIA suponen que el impacto de COVID-19 en la demanda de petróleo seguirá un comportamiento similar al que mantuvo el brote de coronavirus del SARS de 2003.
Sin embargo, el coronavirus SARS 2003 y COVID-19 tienen diferentes tasas de transmisión, detección y mortalidad. En consecuencia, EIA consideró el ejemplo del brote de coronavirus del SARS de 2003 al estimar la duración y el pico de los impactos de la demanda, pero no lo consideró al estimar los niveles de reducción de la demanda de petróleo.
Partiendo de esta base, la EIA estima que la reducción de la demanda se intensificará en febrero, alcanzarán su punto máximo en marzo y disminuirán constantemente durante abril, mayo y junio. Los impactos inducidos por el PIB persistirán hasta diciembre de 2020.
Según las estimaciones de Oxford Economics, el crecimiento económico en China se recuperará una vez que el impacto del COVID-19 se haya desvanecido, y la EIA espera que, para fines de año, la demanda de petróleo se acerque a los niveles previstos en el STEO de enero de 2020. La EIA mantendrá en revisión y actualizará sus estimaciones en las emisiones mensuales del STEO.
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