ExxonMobil continúa siendo una de las más grandes petroleras mundiales y es la tercera mayor empresa de petróleo y gas que cotiza en bolsa, detrás de Saudí Aramco y Chevron. La compañía ha enfrentado dificultades que la han llevado a una complicada situación financiera y está tratando de hacer dos grandes cosas a la vez que pareciera están en desacuerdo entre sí.
Uno de los grandes problemas al que se enfrenta ExxonMobil hoy es el precio dramáticamente bajo del petróleo. Esto ha creado una lucha para el gigante energético mundial, que intenta conservar sus dividendos mientras continúa invirtiendo en los proyectos que necesita para mantener y aumentar la producción, y no hay una solución fácil.
Un problema persistente
El ascenso en los últimos años de Estados Unidos como un líder mundial en producción de petróleo y gas empujó al mundo a una situación en la que la oferta excedía la demanda.
Fue un desequilibrio manejable, con la OPEP trabajando para cortar el suministro y dejar espacio para expandir la producción de energía de EE. UU. sin embargo, la pandemia mundial y los cierres económicos que se utilizan para frenar su propagación han alterado la situación.
Una caída masiva en la demanda resultó en un gran exceso de oferta en la industria energética. Los precios del petróleo se desplomaron y el exceso de producción terminó almacenado.
Ese es el entorno en el que Exxon y sus pares operan hoy y no es probable que mejore a corto plazo. En primer lugar, la demanda debe aumentar, lo que probablemente requerirá el desarrollo, la producción y la distribución exitosos de una vacuna contra el coronavirus. Y luego debe eliminarse todo el exceso de crudo almacenado.
Hasta que eso suceda, las compañías petroleras como Exxon probablemente enfrentarán precios de la energía bajos y persistentes.
Esta es una situación terrible para la industria, pero es particularmente problemática para Exxon. Antes de la pandemia, la compañía se había embarcado en un programa de inversión de varios años, con planes para gastar hasta US$ 30 mil millones al año hasta 2025.
El objetivo era revertir las cifras de producción decrecientes de la compañía. Pero con los precios de la energía tan bajos, las cosas no han salido según lo planeado.
Durante los primeros nueve meses de 2020, por ejemplo, el gasto de capital de la empresa fue menor en alrededor de un 25% interanual.
La compañía está trabajando en nuevos recortes para 2021 y espera que el gasto de capital sea tan bajo como US$ 16 mil millones, aproximadamente la mitad de la cifra de alto nivel de US$ 30 mil millones que tenía como objetivo en sus planes anteriores al COVID-19.
Alcanzar objetivos opuestos
Si el gasto de capital fuera el único problema de la compañía, no habría inconvenientes, Exxon tiene un sólido balance general, con una relación deuda / capital de aproximadamente 0.4 veces.
Figura 1. Relación deuda a capital de ExxonMobil comparado con la de Chevron
Ese índice deuda / capital es bastante aceptable y, de hecho, ubica a Exxon en el extremo inferior de su grupo de pares.
Los esfuerzos de reducción de costos de la compañía y las ventas de activos probablemente serían suficientes para permitir que el gigante del petróleo saliera adelante en esta mala racha con relativa rapidez.
Sin embargo, también debe seguir invirtiendo si quiere mantener y aumentar la producción. Puede estirar sus planes y recortar sus gastos reales para poner dinero en efectivo en los proyectos más ventajosos, pero aún necesita gastar.
Eso choca con la otra gran pérdida de efectivo en Exxon: su pago de dividendos. Esto también es un numero bastante grande de lado de los gastos.
Si se le coloca números a esto, durante los primeros nueve meses de 2020, Exxon utilizó aproximadamente US$ 15,200 millones en efectivo en sus actividades de inversión de capital, y pagó casi US$ 11,200 millones en dividendos.
Dado que la compañía perdió US$ 2,300 millones en ese lapso, su negocio claramente no pudo cubrir sus dividendos e inversión de capital.
Eso explica por qué la deuda a largo plazo había aumentado casi un 80% año tras año al final del tercer trimestre. Exxon está utilizando su balance general para ayudar a cubrir el déficit de efectivo que enfrenta debido a los bajos precios de la energía.
Algunos inversores temen que la racha de incrementos anuales de dividendos de más de tres décadas de la compañía esté llegando a su fin.
Eso ayuda a explicar por qué el rendimiento de la acción es un enorme 9%. Esa es una preocupación muy real, dado que el dividendo es costoso de mantener y los planes de gastos de Exxon realmente no son opcionales, y requeriría un aumento sustancial y sostenido de los precios del petróleo para resolver este problema.
Pero eso no parece probable hoy en día, e incluso después de que el mundo pase el COVID-19, el desequilibrio entre la oferta y la demanda no se resolverá en corto plazo debido al exceso de petróleo almacenado.
El difícil camino de los próximos años
Al final del día, los próximos cinco años serán tensos para ExxonMobil y sus accionistas. El gigante energético va a tener dificultades para mantener tanto sus dividendos como sus planes de gasto de capital a menos que el petróleo se recupere, lo que no parece un resultado muy probable en el corto plazo.
Mientras tanto, los recortes en el gasto de capital y las ventas de activos que está haciendo para ayudar a equilibrar las matemáticas financieras podrían terminar obstaculizando sus planes a largo plazo. De hecho, solo se puede cortar hasta cierto punto antes de llegar al hueso.
Si bien es probable que la propia empresa lo supere bien, los próximos cinco años serán difíciles y los inversores interesados en los dividendos podrían encontrar que se quedan atrás.
Es posible que los inversores reacios al riesgo quieran repensar esta inversión, ya que podría llevar literalmente los próximos cinco años resolver todas las circunstancias adeversa que Exxon enfrenta hoy.
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