A medida que la administración Trump trabaja para debilitar las regulaciones sobre la producción y el uso de combustibles fósiles, se está desarrollando una lucha mayor en múltiples industrias.
Hasta hace poco, las compañías petroleras y sus defensores generalmente reaccionaban a los llamados para regular las emisiones de carbono. Sin embargo, este enfoque se está volviendo menos serio a medida que los efectos del cambio climático empeoran y las demandas públicas de acción se intensifican en todo el mundo.
Algunos defensores de los combustibles fósiles están adoptando una nueva estrategia. Con la transición hacia una economía baja en carbono, están acelerando las inversiones en la extracción de combustibles fósiles mientras presionan a los gobiernos para retrasar la acción climática.
Esto está llevando a algunos choques sorprendentes entre la Administración Trump, y muchas otras compañías que reconocen que la economía de los combustibles fósiles es insostenible, incluso si no se han embarcado en una transición verde. El cambio climático está provocando esta autorreflexión, que está escribiendo un nuevo capítulo en la política de calentamiento global.
Política de combustibles fósiles: diatriba latente
Un ejemplo es el esfuerzo de la administración Trump por debilitar los estándares corporativos de economía de combustible, negociados por la administración de Obama, que se proyectaron para reducir el consumo de petróleo de Estados Unidos en aproximadamente dos millones de barriles por día.
Al principio de la presidencia actual, tanto un consorcio de la industria automotriz como los productores de combustibles fósiles presionaron fuertemente para que la administración Trump debilitara los estándares de emisiones. Pero el actual presidente planeaba ir más allá.
Algunos fabricantes de automóviles se negaron. California y más de una docena de otros estados insistieron en el derecho a mantener estándares más estrictos, y cuatro grandes fabricantes de automóviles, Ford, Honda, Volkswagen y BMW, se unieron a este frente. Por cierto, estas compañías, representan aproximadamente el 30 % del mercado estadounidense, ahora han acordado adherirse a estándares de emisiones más precisos similares al plan de Obama, citando la necesidad de mayor certeza regulatoria.
Por otro lado, Toyota, General Motors y Fiat Chrysler están del lado de la administración Trump. Su decisión sorprendió a muchos observadores de la industria, particularmente dado el liderazgo de Toyota en el diseño de vehículos de bajas emisiones.
Captura de metano, ¿otra meta de la administración Trump?
Las compañías de energía promocionan el gas natural como un combustible fósil más limpio, porque genera menos emisiones de dióxido de carbono que el carbón o el petróleo. Sin embargo, el metano, el componente principal del gas natural, es un gas de efecto invernadero que contribuye significativamente al calentamiento global.
Según algunos estudios, las fugas de metano de la extracción y producción de gas natural, conocidas como emisiones fugitivas, pueden hacer que el gas natural extraído de la roca de esquisto sea peor que el carbón en términos de su huella de gases de efecto invernadero.
Varias compañías petroleras importantes, incluidas BP y Royal Dutch Shell, se oponen al plan de Trump para desregular aún más el metano. ¿Por qué? Han invertido mucho en gas natural como una forma de ampliar su negocio de combustibles fósiles, y las fugas de metano representan una seria amenaza para la noción de que el gas natural debería desempeñar un papel destacado en una transición verde, especialmente a medida que los costos de energía renovable continúan disminuyendo.
Lamentablemente, el American Petroleum Institute y las compañías más pequeñas de petróleo y gas apoyan la reversión, alegando que el control de metano es demasiado costoso. Como se observa, la administración Trump ha iniciado una guerra “pasiva” hacia el camino de las energías limpias.
Conclusión – Más allá de la controversia
Muchas compañías en el sector energético han expresado su apoyo para avanzar hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Los combustibles fósiles mundiales y el consumo general de energía siguen aumentando. Y aunque los bancos pueden destacar su apoyo a los proyectos de energía renovable, también han proporcionado al menos 1,9 billones de dólares en financiamiento de combustibles fósiles desde que entró en vigor el Acuerdo de París de 2016.
Hay quienes afirman que las inversiones en energía renovable, por sí solas, no evitarán un calentamiento drástico. Argumentan que las nuevas adiciones de energía renovable han aumentado principalmente el consumo general de energía, en lugar de desplazar a los combustibles fósiles. Desde esta perspectiva, la eliminación gradual de los combustibles fósiles requerirá una acción política.
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