Rusia apuesta por un nuevo gasoducto a China para compensar la pérdida de ventas de gas en Europa, pero los expertos del sector ven grandes riesgos en el proyecto y se preguntan si justificará sus enormes costes.
Rusia lleva años negociando la construcción del gasoducto Power of Siberia-2, que transportará 50.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año desde la región de Yamal, en el norte de Rusia, hasta China a través de Mongolia, casi tanto como el gasoducto Nord Stream 1, actualmente inactivo, que discurre bajo el mar Báltico y resultó dañado por las explosiones del año pasado.
El plan ha adquirido urgencia en un momento en que Moscú pretende duplicar sus exportaciones de gas a China, un país ávido de energía, para compensar el colapso de sus exportaciones a Europa tras la guerra de Ucrania. Pero sigue siendo difícil llegar a un acuerdo sobre cuestiones clave como el precio.
El Presidente chino, Xi Jinping, dijo este mes en Beijing al Presidente ruso, Vladimir Putin, que esperaba que el gasoducto China-Mongolia-Rusia avanzara sustancialmente lo antes posible, pero aún no se ha acordado nada formalmente entre ambos países.
Rusia exporta actualmente gas a China a través del gasoducto Power of Siberia 1, que comenzó a operar en 2019 y atraviesa Siberia oriental hasta la provincia nororiental china de Heilongjiang.
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Los expertos afirman que, dado que no se espera que China necesite un suministro adicional de gas hasta después de 2030, Beijing podría llegar a un duro acuerdo sobre el precio de un segundo gasoducto a través de Siberia.
Se prevé que China no necesitará más gas hasta después de 2030, lo que podría dificultar la negociación del precio de un segundo gasoducto a través de Siberia.
Moscú no ha dicho cuánto costarían los 2.600 km (1.616 millas) de Siberia-2 ni cómo se financiaría. Algunos analistas han cifrado el coste en 13.600 millones de dólares.
Si los planes para el Power of Siberia 2 y otro enlace desde la isla rusa de Sajalín, en el extremo oriental del país, llegan a buen puerto, las exportaciones rusas de gas por gasoducto a China se elevarían a casi 100 bcm anuales en 2030.
Eso supone aproximadamente la mitad de las exportaciones anuales de Rusia a Europa en el pico alcanzado en 2018 y en comparación con la capacidad combinada de 110 bcm de Nord Stream 1 y 2.
Rusia, sin embargo, espera que el precio de su gas de gasoducto para China disminuya constantemente en los próximos años, según un documento del gobierno, y sea mucho más bajo que los precios de venta a Europa, que antes de la guerra en Ucrania representaba el 80% de las exportaciones de gas ruso.
El documento prevé que el precio del gas ruso por gasoducto para Turquía y Europa descienda a una media de 501,60 dólares por 1.000 metros cúbicos este año y a 481,70 dólares en 2024, frente a los 983,80 dólares de 2022.
Para China, prevé que el precio medio sea de 297,30 dólares en 2023 y de 271,60 dólares en 2024.
Dependencia de un solo comprador
Rusia comunicó en marzo que el gigante estatal del gas Gazprom, que explotará Power of Siberia-2, estaba ultimando los términos del contrato con la principal petrolera y gasista china, CNPC.
Gazprom inició un estudio de viabilidad del proyecto en 2020 y ha declarado que su objetivo es empezar a suministrar gas en 2030. Gazprom no respondió a la petición de comentarios sobre el coste del proyecto.
Dmitry Kondratov, del Instituto de Economía de la Academia Rusa de las Ciencias, dijo que el proyecto también se ve perjudicado por los costos adicionales relacionados con la necesidad de transportar el gas a través de China hasta los usuarios finales una vez que el gas llega a China.
“Los costos de transporte para la parte china… serán de aproximadamente 270 dólares por 1.000 metros cúbicos, por lo tanto, si la parte rusa no ofrece descuentos en los precios, las perspectivas de construcción de este gasoducto hasta 2030 siguen siendo bastante pesimistas”, escribió en una nota este mes.
“Este hecho obligará a CNPC a construir por su cuenta toda la infraestructura de transporte de gas necesaria en China”, escribió Kondratov.
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Sergey Vakulenko, miembro no residente de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que el proyecto podría “dejar a Gazprom en números rojos tras los costos de transporte”.
“También hará que Gazprom dependa peligrosamente de un comprador, que podrá no sólo dictar las condiciones del contrato, sino también exigir cambios en esas condiciones en el futuro”, escribió en una nota en junio Vakulenko, que tiene experiencia de trabajo en empresas de Gazprom.
La viceprimera ministra rusa, Viktoria Abramchenko, afirmó este mes que la construcción del gasoducto Soyuz Vostok, la parte mongola de Power of Siberia-2, podría comenzar en la primera mitad del próximo año.
En febrero de 2022, Beijing también acordó comprar gas de la isla rusa de Sajalín, que se transportará por un nuevo gasoducto a través del mar de Japón hasta la provincia china de Heilongjiang, hasta alcanzar los 10.000 millones de metros cúbicos anuales a finales de esta década.
Pero Rusia también está compitiendo con otros proveedores por vender gas a China, como Turkmenistán y el GNL transportado por mar desde Estados Unidos, Qatar y Australia, lo que refuerza aún más el poder de negociación de Beijing.
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