Un informe advierte de que los planes para construir nuevas centrales de carbón suponen 600.000 millones de dólares en pérdidas, debido a que las energías renovables son ahora mucho más rentables.
La producción de energía en el mundo se está alejando del carbón. Al alto coste medio ambiental que suponen las centrales térmicas que utilizan este material, se ha sumado un elevado precio del carbón gracias a las tasas e impuestos y una rentabilidad cada vez mayor de las renovables. Sin embargo, aún existen proyectos en todo el mundo para construir nuevas centrales que usan esta materia prima, algunos incluso dentro de la propia Unión Europea, lo que puede suponer malgastar inversiones millonarias.
El coste ambiental de mantener abiertas las centrales existentes ya es alto. Limitar el calentamiento global a 1,5 grados, que es el objetivo recomendado por la ONU, requerirá que el uso de carbón en la generación de electricidad disminuya en un 80 % hasta el 2030. Esto significa que hace falta cerrar una planta de carbón todos los días hasta 2040.
Merman las emisiones por el abandono del carbón
Las emisiones globales de CO2 generadas por el sistema de producción eléctrica cayeron un 2 % el año pasado en todo el mundo. Esto supone la mayor bajada en 30 años y es una muestra fehaciente de que muchos países están dando la espalda a las centrales térmicas de carbón y recurriendo a fuentes más limpias.
¿Por qué entonces, en el mundo están planificados o en construcción 499 gigavatios (GW) de capacidad en nueva energía de carbón, con un coste aproximado de 638.000 millones? Según Carbon Tracker, los gobiernos y los inversores nunca podrán recuperar su inversión porque las plantas de carbón suelen tardar entre 15 y 20 años en cubrir sus costes de instalación.
China es el que más tiene que perder, con más de 158.000 millones de dólares comprometidos en centrales basadas en carbón planificadas o ya en construcción, pero India, 80.000 millones y los países del Sudeste asiático, 124.000 millones, no se quedan atrás. Incluso en plena Unión Europea, donde existe el objetivo declarado de alcanzar la neutralidad climática en 2050, hay 16.000 millones en riesgo por la construcción o ampliación de centrales en Polonia y la República Checa.
Un informe recién presentado por Ember, un think tank dedicado a la transición energética y con sede en Londres, indica que la producción global de electricidad con origen en el carbón descendió un 3 % durante 2019. Esto supuso una reducción del 2 % en las emisiones de gases de efecto invernadero del sector eléctrico global. Ambas cifras son las más notables experimentadas desde 1990 y se deben especialmente al colapso del uso del carbón en EEUU y en la Unión Europea.
Dando la espalda al carbón
Pese a que desde que llegó a la Casa Blanca el presidente Trump ha lanzado mensajes de apoyo a la industria nacional del carbón asegurando que el país no renunciaría a esa energía, la realidad del mercado ha ofrecido otra respuesta.
Con las renovables alcanzando niveles de rentabilidad cada vez mayores y otros hidrocarburos disponibles más baratos y menos intensivos en emisiones como el gas natural o el gas de esquisto proveniente del fracking, lo cierto es que los actores energéticos están dando la espalda al mineral de carbón.
Matt Gray, codirector de energía y servicios públicos de Carbon Tracker y coautor del informe, ha asegurado que “las energías renovables están superando al carbón en todo el mundo y las inversiones en carbón propuestas corren el riesgo de convertirse en activos varados que pueden afectar el alto coste del carbón durante décadas”.
Para Gray, se trata sobre todo de un problema de políticas públicas. “El mercado está impulsando la transición energética con bajas emisiones de carbono, pero los gobiernos no están escuchando. Tiene sentido económico para los gobiernos cancelar nuevos proyectos de carbón de inmediato y eliminar progresivamente las plantas afectadas”, asegura.
Conclusión – El auge de las renovables
La tecnología solar y eólica creció un 15 % en 2019 y generó el 8 % del consumo eléctrico mundial. Se estima que para cumplir el Acuerdo de París y detener el aumento de temperaturas en los dos grados de seguridad sería necesario que las energías renovables crecieran a un ritmo de un 15 % anual.
En 2019, esa cifra se ha conseguido, asegura el informe de Ember, que señala que, una vez superada la curva de aprendizaje, las tecnologías renovables son ya competitivas en el mercado sin necesidad de ayudas. “Sin embargo, mantener este alto nivel de crecimiento a medida que la potencia instalada aumenta requerirá un esfuerzo concertado de todas las regiones”, afirma Dave Jones, analista de Ember y uno de los autores del estudio.
Lamentablemente, no todos los países están siguiendo la misma senda de descarbonización. Europa está pasando directamente del carbón a las renovables para generar electricidad. Sin embargo, Estados Unidos, que ha hecho grandes inversiones en la extracción de gas subterráneo mediante la técnica del fracking, está usando el gas fósil como un combustible de transición.
Esta fuente no deja de ser un hidrocarburo. Y aunque contamine menos que el carbón sigue teniendo un efecto neto positivo en emisiones, algo que no ocurre con la solar y la eólica. Definitivamente, los gobiernos tienen que acelerar de forma dramática la transición eléctrica para que el carbón desaparezca del todo durante la próxima década.
Te puede interesar: Europa en camino a trazar un futuro 100% renovable con la ley climática de la Unión Europea