Todo el mundo habla y escribe sobre la llegada de los robots y el aprendizaje de maquinas. El último se entiende por la era de Digitalización y necesidad de optimizar nuestros activos empresariales. Pero el primero, siempre ha sido un gran dilema y hasta en muchas películas hemos podido observar los “pro y contras”, y en muchos caso la gente se aterra con el auge de los robots.
Nada de esto se podrá lograr sin un nuevo cambio de paradigma social, a través del cual, la sociedad como la conocemos, debe evolucionar hasta esta transición. Despues de todo en el cerebro humano existen 100 billones de neuronas, y cada una de ellas conectada a 10 mil otras neuronas mediante la llamada sinapsis neuronal. Es decir, para que la robotización pueda competir y superar el ser humano, otras tecnologías como es el caso del Internet de las cosas, industria 4.0, y en especial la computación cuántica, deben terminar de surgir.
La mayoría de los trabajos, tal como los entendemos actualmente, son lo suficientemente repetitivos como para abordarlos computacionalmente. Incluso la cirugía cerebral es, en la mayoría de los aspectos, una tarea mecánica con un número limitado de escenarios novedosos. Si bien los seres humanos podemos eventualmente cambiar, en masa, a ocupaciones de “alto contacto”; como la enfermería, la enseñanza, la psicología o las artes, la disposición de las máquinas para reemplazar el trabajo humano debería obligarnos a reevaluar toda la premisa de tener trabajos en el primer momento.
El empleo, tal como lo entendemos en nuestra era, surgió de una forma indirecta (esclavos) desde la era de los griegos y los romanos, y fue solo a finales de la Edad Media, cuando se desmanteló la economía de igual a igual. Las monarcas, señores feudales, y clase privilegiada otorgaron monopolios exclusivos a sus empresas favoritas, lo que obligó a todos los demás a convertirse en empleados de los pocos elegidos. En lugar de vender el valor que crearon, los antiguos artesanos y dueños de negocios ahora vendieron su tiempo.
Los humanos se convirtieron en recursos. El modelo de empleo se ha vuelto tan frecuente que nuestros mejores organizadores, representantes y activistas todavía tienden a pensar en la prosperidad en términos de conseguir “trabajos” para todos, como si lo que todos realmente quisieran es la oportunidad de mercantilizar sus horas de vida. No es que necesitemos pleno empleo para hacer todo, cultivar suficientes alimentos o hacer suficientes cosas para todos.
En cualquier caso, los beneficios de la automatización se han exagerado enormemente. Reemplazar el trabajo humano por robots no es una forma de liberación, sino una forma más efectiva e invisible de externalizar los verdaderos costos de la industria. El futuro sin trabajo es menos una realidad por la que luchar que la fantasía de los inversores en tecnología para quienes los seres humanos de todo tipo son simplemente el impedimento para una escalabilidad infinita. Y hasta que los avances de la computación y la industria 4.0 sean una realidad, todo esto no será nada mas que avances tecnológicos que pasaran muchos anos para ser considerados como amenazas a nuestra sociedad, y porque no a nuestro bolsillo.
Lo que si es cierto, es que el surgimiento de las nuevas tecnologías de la llamada era digital, los modelos actuales de enseñanza quedaran obsoletos al igual que las organizaciones de las empresas en general. Nuevas carreras y cargos de trabajo deberan ser creados para enfrentar estas nuevas tecnologías.
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