La Comisión Europea y Estados Unidos están trabajando juntos para encontrar formas de reducir los ingresos energéticos de Rusia en un intento de frenar el financiamiento de la guerra en Ucrania, según declararon el lunes.
“La coacción energética de Rusia ha ejercido presión sobre los mercados energéticos, ha aumentado los precios para los consumidores y ha amenazado la seguridad energética mundial”, afirmaron en un comunicado conjunto la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
La Comisión Europea (CE) se está preparando para un posible cese total del suministro de gas ruso, ya que 12 países de la UE ya se han visto afectados por los cortes unilaterales de suministro de Rusia.
La CE y EE.UU. están estudiando cómo reducir la demanda de gas natural en la UE, entre otras cosas fomentando las bombas de calor, los termostatos inteligentes y las soluciones de respuesta a la demanda de energía.
También están trabajando en la diversificación del suministro de energía, citando la nueva plataforma energética de la UE creada para ayudar a coordinar los esfuerzos del bloque. Esta plataforma también ayudará a los países de la UE a unirse voluntariamente para aumentar su poder adquisitivo a la hora de comprar gas de gasoducto, GNL e hidrógeno.
Las exportaciones mundiales de GNL a Europa han aumentado un 75% desde marzo en comparación con el año anterior y las exportaciones de GNL de EE.UU. casi se han triplicado, ya que la UE busca alternativas al gas ruso, según la declaración.
La declaración se produce en el momento en que los líderes del G7 se reúnen en una cumbre del 26 al 28 de junio en los Alpes bávaros, con la guerra de Rusia contra Ucrania como prioridad en la agenda.
Estados Unidos y sus aliados occidentales, que se esfuerzan por mantener la presión sobre el presidente ruso, Vladimir V. Putin, al tiempo que frenan los daños económicos derivados de su invasión de Ucrania, se acercaban el lunes a un acuerdo para adoptar topes de precios sobre el petróleo ruso que limiten los ingresos procedentes de los combustibles fósiles de los que depende Moscú para financiar su cruenta guerra de cuatro meses.
Al limitar el precio de compra del petróleo ruso, los líderes occidentales esperan evitar que Moscú se aproveche de la subida vertiginosa de los precios del crudo para financiar su maquinaria bélica, al tiempo que alivian el dolor que sienten los consumidores de energía.
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