EE.UU. logró posicionar su moneda como el eje monetario de la economía mundial a lo largo del siglo XX, sin embargo, el debilitamiento de su sistema económico desde principios del siglo XXI ha puesto de manifiesto que la hegemonía del dólar en la economía mundial puede no ser sostenible a medio y largo plazo, aunque mantenga unas fuertes raíces estructurales.
La perspectiva del fin de la hegemonía del dólar en los mercados mundiales del petróleo y el gas dio un paso más hacia su realización la semana pasada con el anuncio de que los gigantes rusos y chinos de los hidrocarburos, Gazprom y China National Petroleum Corporation (CNPC), han acordado cambiar los pagos por los suministros de gas a rublos (RUB) y renminbi (RMB) en lugar de dólares.
En la primera fase del nuevo sistema de pagos, se aplicará a los suministros de gas ruso a China a través de la ruta del gasoducto oriental Power of Siberia, que asciende a un mínimo de 38.000 millones de metros cúbicos de gas al año (bcm/a). Posteriormente, se ampliará el nuevo sistema de pagos.
Cabe señalar en este punto que, aunque las sanciones internacionales en curso contra Rusia por su invasión de Ucrania en febrero han proporcionado el impulso final para este cambio crucial en la metodología de pago, ha sido una estrategia central de China desde al menos 2010 para desafiar la posición del dólar estadounidense como moneda de reserva de facto del mundo.
China ha considerado durante mucho tiempo que la posición de su moneda renminbi en la clasificación mundial de divisas es un reflejo de su propia importancia geopolítica y económica en el escenario mundial.
Una ambición de larga data
Un primer indicio de la ambición de China por el RMB quedó patente en la cumbre del G20 celebrada en Londres en abril de 2010, cuando Zhou Xiaochuan, entonces gobernador del Banco Popular de China (PBOC), señaló la idea de que los chinos querían una nueva moneda de reserva mundial que sustituyera al dólar estadounidense en algún momento.
La inclusión del RMB en el conjunto de activos de reserva del Derecho Especial de Giro (DEG) del FMI sería un paso clave en este contexto. En aquel momento, al menos el 75% de los 4 billones de dólares que se negociaban diariamente en los mercados mundiales de divisas, según el Banco de Pagos Internacionales (BPI), correspondían a las “cuatro grandes” monedas internacionales: el dólar estadounidense (USD), el euro (EUR), la libra esterlina (GBP) y el yen japonés (JPY).
Además de dominar el volumen de negocio diario de los mercados de divisas, las monedas del DEG también dominan las funciones de moneda de pago, de reserva y de inversión en la economía mundial. La inclusión del RMB en el conjunto de los DEG en octubre de 2016, cuando se le asignó una ponderación del 10,9% (el dólar tenía una participación del 41,9%, el euro del 37,4%, la libra esterlina del 11,3% y el yen japonés del 9,4%), suscitó una enorme expectación mediática en China.
A partir de 2022, la participación del RMB en el conjunto de los DEG ha aumentado hasta el 12,28%, lo que China sigue considerando poco acorde con su condición de superpotencia emergente en el mundo.
China y Rusia coinciden en sus objetivos
China ha tenido muy claro el hecho de que, como el mayor importador anual de petróleo del mundo, está sujeto a los caprichos de la política exterior de Estados Unidos tangencialmente a través del mecanismo de fijación de precios del petróleo respecto al dólar estadounidense.
Esta visión del dólar como arma se ha visto poderosamente reforzada desde la invasión rusa de Ucrania y las sanciones que la acompañan lideradas por Estados Unidos, las más severas de las cuales, como las sanciones a Irán a partir de 2018, están relacionadas con la exclusión del uso del dólar.
El ex vicepresidente ejecutivo del Banco de China, Zhang Yanling, dijo en un discurso en abril que las últimas sanciones contra Rusia “harían que Estados Unidos perdiera su credibilidad y socavarían la hegemonía del dólar a largo plazo”. Sugirió además que China debería ayudar al mundo a “deshacerse de la hegemonía del dólar más pronto que tarde”.
La propia Rusia ha mantenido durante mucho tiempo la misma opinión sobre las ventajas que tendría para ella la eliminación de la hegemonía del dólar estadounidense en la fijación de precios de los hidrocarburos a nivel mundial.
Sin embargo, mientras que China no estuviera dispuesta a desafiar abiertamente a Estados Unidos, incluso durante el apogeo de su Guerra Comercial de la era Trump, Rusia no podía hacer mucho al respecto por su cuenta.
Una señal de la intención de Rusia se produjo justo después de que Estados Unidos reimpusiera sanciones en 2018 a Irán, su socio clave de Oriente Medio, cuando el director ejecutivo de la rusa Novatek, Leonid Mikhelson, dijo en septiembre de ese año que Rusia había estado discutiendo el cambio de camino desde el comercio centrado en el dólar con sus mayores socios comerciales, como India y China, y que incluso los países árabes estaban pensando en ello.
La idea volvió a resurgir a raíz de las últimas sanciones internacionales impuestas a Rusia tras su invasión de Ucrania. Casi tan pronto como se introdujeron, el presidente ruso Vladimir Putin firmó un decreto por el que se exigía a los compradores de gas ruso en la Unión Europea (UE) que pagaran en rublos mediante un nuevo mecanismo de conversión de divisas o se arriesgarían a que se les suspendiera el suministro.
Esta amenaza estuvo a punto de explotar las fallas existentes en la alianza de la OTAN liderada por Estados Unidos, ya que los principales consumidores de gas ruso de la UE se apresuraron a encontrar la manera de apaciguar las exigencias de pago en rublos de Putin, sin infringir abiertamente ninguna sanción.
Desde entonces, Rusia no ha hecho más que jugar con la UE en lo que respecta al suministro de gas en curso, tal como con el suministro a través del Nord Stream 1 y con la amenaza implícita de la semana pasada cuando Putin dijo que Rusia podría cortar todos los suministros de energía a la UE si se imponen topes de precios a las exportaciones rusas de petróleo y gas.
La futura expansión del RMB de China para subvertir el dominio sobre el precio en dólares del petróleo y otros hidrocarburos depende también del uso de la moneda en países distintos de los que ya están sometidos a sanciones por parte de Estados Unidos.
Afortunadamente para China, otro líder del mundo de Oriente Medio que ya utiliza el comercio en RMB y RUB, Arabia Saudí, se ha mostrado dispuesta a ampliar sus negocios con China dominados en RMB, incluso como pago de suministros de petróleo.
Dado que la gran mayoría de los préstamos del gobierno saudí (incluidos los grandes bonos y los préstamos sindicados) en los últimos años han estado denominados en dólares estadounidenses, el abandono de la financiación en dólares permitiría a Arabia Saudí una mayor flexibilidad en su estructura de financiación global, aunque tras una dislocación inicial relacionada con su vinculación de facto a la moneda estadounidense.
En los últimos meses, se ha producido sin duda un notable cambio de rumbo de Arabia Saudí hacia China. Lo más reciente fue la firma en agosto de un memorando de entendimiento (MoU) entre Saudi Aramco y la China Petroleum & Chemical Corporation (Sinopec).
La escala y el alcance del Memorando de Entendimiento son enormes, y abarcan una profunda y amplia cooperación en materia de refinado e integración petroquímica, ingeniería, adquisiciones y construcción, servicios de campos petrolíferos, tecnologías upstream y downstream, captura de carbono y procesos de hidrógeno.
Para los planes a largo plazo de China en Arabia Saudí, es crucial que también cubra las oportunidades para la construcción de un enorme centro de fabricación en el Parque Energético Rey Salman, que implicará la presencia continua y sobre el terreno en suelo saudí de un número significativo de personal chino: no sólo los relacionados directamente con el petróleo, el gas, los productos petroquímicos y otras actividades de hidrocarburos, sino también un pequeño ejército de personal de seguridad para garantizar la seguridad de las inversiones de China.
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