China quiere aumentar la producción de petróleo y gas en los próximos años para satisfacer la creciente demanda interna y reducir la proporción récord de importaciones en su consumo de petróleo.
Un informe de Rystad Energy prevé un aumento del gasto hasta 2025, que irá acompañado de una oleada de perforaciones de 118.000 pozos que crearán importantes oportunidades para los proveedores.
Se prevé que las compañías petroleras nacionales de China inviertan más de US$ 120.000 millones de dólares en servicios de perforación y pozos en el quinquenio 2021-2025, con el fin de satisfacer la creciente demanda de petróleo y gas.
Al mismo tiempo, el país pretende abastecer una mayor parte de su demanda de petróleo a partir de fuentes nacionales, después de que la proporción de crudo importado haya aumentado constantemente desde 2014 hasta alcanzar un máximo de casi el 75% el año pasado.
Las compañías petroleras nacionales en conjunto aumentarán la inversión en 28% para servicios de perforación y pozos.
Para ser exactos, se espera que CNPC, CNOOC y Sinopec gasten en conjunto unos US$ 123.000 millones en servicios de perforación y pozos en el próximo quinquenio, frente a un total de US$ 96.000 millones entre 2016 y 2020.
Como resultado del crecimiento de la demanda de petróleo y gas de China, se espera que la actividad de perforación en el país siga siendo intensa en los próximos años, y se espera que el número acumulado de pozos de desarrollo y exploración perforados entre 2021 y 2025 alcance los 118.000. Los pozos de desarrollo representarán el 88% del total y los de exploración el 12% restante.
Figura 1. Proyección hasta 2025 de perforación de pozos en China.
Caída de la producción de petróleo en China
La producción nacional de petróleo pudo satisfacer poco más de una cuarta parte de las necesidades nacionales de petróleo de China en 2020, y el 74% restante se cubrió con importaciones, el nivel más alto registrado. Dado que sólo el 2,4% de las reservas probadas de petróleo del mundo se encuentran en China, el margen para aumentar drásticamente la producción nacional es limitado.
La dependencia de China de las importaciones, aunado a la preocupación por la seguridad del suministro energético, ha llevado al gobierno a presionar a sus empresas nacionales de E&P para que encuentren nuevas reservas y aumenten la producción nacional.
La producción china de petróleo ha caído de 1.550 millones de barriles en 2014 a 1.430 millones en 2020.
Por lo que respecta al gas natural, la producción nacional sigue siendo modesta en comparación con la demanda global, pero ha pasado de unos 120.000 millones de metros cúbicos (Bcm) en 2014 a unos 190 Bcm el año pasado.
Esta cifra sigue siendo muy inferior a la demanda total de 330 Bcm para 2020, lo que significa que el país sigue dependiendo del gas importado por tuberías y del gas natural licuado (GNL) para cubrir más del 40% de sus necesidades.
Con el aumento del consumo de gas, especialmente porque China pretende utilizar más gas en lugar de carbón en la generación de energía para reducir las emisiones a corto plazo, la presión para impulsar la producción nacional de gas es un imperativo general. Esto también supondrá un estímulo para el sector de E&P, sobre todo si los precios internacionales del GNL siguen subiendo, como parece probable debido a las limitaciones previstas de la oferta mundial.
La transición a las bajas emisiones
A pesar de un fuerte impulso político para electrificar el transporte, se espera que China siga utilizando productos petrolíferos para alimentar sus cientos de millones de vehículos, autobuses y camiones durante los próximos cinco años como mínimo.
Aunque se prevé que el mercado de vehículos eléctricos del país alcance una cuota de mercado del 20% en 2025, se espera que los vehículos con motor de combustión interna cubran la mayor parte de las necesidades de transporte de China y constituyan la columna vertebral de la demanda de petróleo hasta 2025, afirma Peng Li, analista de investigación energética de Rystad Energy.
Si bien la transición a una economía con bajas emisiones de carbono es una de las principales prioridades de China, equilibrarla con las necesidades transitorias de petróleo y gas de la nación sigue siendo una consideración importante.
Así se indica en el 14º plan quinquenal de China para 2021-2025, que destaca la importancia de identificar nuevas reservas de hidrocarburos y aumentar la producción de petróleo y gas, junto con el incremento de la cuota de combustibles no fósiles hasta el 20% en 2025.
“Como entidades de propiedad estatal, los principales operadores de China no tienen únicamente ánimo de lucro. También desempeñan un papel importante e integrado en la economía social. Por eso, incluso en un entorno de precios del petróleo menos favorable, esperamos que las compañías petroleras nacionales chinas se comporten en línea con las expectativas del gobierno y sigan esforzándose por apuntalar el suministro interno”, señala Li.
China ha conseguido mantener la producción global de petróleo y aumentar la de gas, a pesar de haber perforado un número notablemente inferior de pozos en 2020.
Se trata de todo un logro si se tiene en cuenta que China fue el primer país en verse seriamente afectado por la pandemia. Uno de los principales factores que han contribuido han sido los avances en las técnicas de perforación y servicios de pozos, que están permitiendo a China perforar un número cada vez mayor de pozos profundos y horizontales.
La mejora de la planificación de los pozos y los métodos avanzados de recuperación de petróleo (EOR) también están ayudando a China a aumentar su tasa de recuperación, incluso en gigantescos yacimientos maduros como Daqing.
Otro factor de cambio en la última década ha sido el creciente uso de servicios de fracturación, que ha impulsado el desarrollo de recursos de petróleo y gas no convencionales.
Con China centrada en mantener o aumentar los niveles de producción, es probable que las empresas de servicios que aporten soluciones tecnológicas innovadoras tengan una cálida acogida en el mercado chino de servicios de perforación y pozos en los próximos años, tanto si los desarrollos de los yacimientos son convencionales como no convencionales, en tierra firme o en el mar.
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