China es el líder mundial de las energías renovables, también es un actor clave en las cadenas mundiales de suministro de energía limpia y con un dominio absoluto de los principales mercados de minerales de tierras raras. Mientras que Estados Unidos está luchando por ponerse al día, y puede que no sea capaz de competir con China durante al menos otra década.
Estados Unidos lleva más de una década rezagado en la carrera de las energías limpias. Ya en 2010, un informe del Consejo Presidencial de Asesores sobre Ciencia y Tecnología advertía de que Estados Unidos necesitaba desesperadamente acelerar el ritmo de inversión y avance en tecnologías de energía limpia, e incluso ofrecía una vía para hacerlo. Pero ahora, 13 años después, Estados Unidos sigue a la cola en investigación, desarrollo y despliegue de energías verdes.
Según el informe anual del Foro Económico Mundial Fostering Effective Energy Transition, Estados Unidos no solo no ha liderado el avance hacia la descarbonización global, sino que está perdiendo terreno de forma constante.
Durante tres años consecutivos, de 2019 a 2021, Estados Unidos se deslizó en las clasificaciones del Foro Económico Mundial (FEM) que miden cuestiones clave a nivel nacional como la seguridad energética, la sostenibilidad ambiental y la preparación para la transición energética. En la última clasificación del Índice de Transición Energética, Estados Unidos ocupaba el puesto 24.
El gobierno de Biden ha realizado esfuerzos sin precedentes para poner al día a Estados Unidos, sobre todo mediante la Ley de Reducción de la Inflación del año pasado.
Aunque esta ley hace poco para frenar la inflación, es un hito legislativo que representa la mayor y más agresiva política climática jamás aprobada por el Congreso de Estados Unidos. Aunque supone un gran paso adelante para Estados Unidos, no es ni mucho menos suficiente para poner al sector de las energías limpias de Estados Unidos al mismo nivel que el resto del mundo desarrollado tras décadas de abandono.
De hecho, a pesar del importante precio asociado a la Ley de Reducción de la Inflación del año pasado, el gasto de Estados Unidos en energías limpias no tiene nada que envidiar al de China.
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China parece imbatible
Según cifras recientes de un análisis de BloombergNEF, sólo China fue responsable de casi la mitad del gasto mundial en el sector de las energías renovables en 2022, con 546.000 millones de dólares. Eso es casi cuatro veces más que los 141.000 millones de dólares que gastó Estados Unidos.
China representó casi la mitad del gasto mundial en bajas emisiones de carbono en 2022, lo que podría poner en jaque los esfuerzos de EE.UU. por impulsar la fabricación nacional de energías limpias.
La Unión Europea ocupó el segundo lugar, con 180.000 millones de dólares. En conjunto, estas tres entidades fueron responsables de más del 80% del gasto mundial en energía limpia del año, según el informe del FEM 2022 Fostering Effective Energy Transition.
China también dominó en la fabricación con bajas emisiones de carbono, con más del 90% de los 79.000 millones de dólares invertidos en ese sector el año pasado, de acuerdo con el informe de BloombergNEF.
Por supuesto, todo este gasto es una gran noticia para la lucha mundial contra el cambio climático. Aún no es ni mucho menos la cantidad necesaria para frenar las emisiones lo suficiente como para cumplir los objetivos fijados por el acuerdo climático de París, pero marca un importante punto de inflexión: el mundo por fin se está tomando en serio la transición hacia las energías limpias.
Sin embargo, el cambio se está produciendo de forma extremadamente desigual, y la competencia desigual está creando toda una serie de nuevos problemas y desequilibrios geopolíticos, empujando cada vez más poder hacia las manos de Beijing y dejando atrás al mundo en desarrollo.
China no sólo está aplastando a la competencia en términos de gasto en energías limpias. Beijing también domina una serie de cadenas de suministro de infraestructuras energéticas limpias y mercados de minerales de tierras raras, componentes esenciales para baterías de vehículos eléctricos, paneles solares y otros.
“China ha conseguido alimentar estas cadenas de valor realmente integradas y eficientes para fabricar cosas como paneles solares y células de baterías”, declaró recientemente a Scientific American Antoine Vagneur-Jones, responsable de investigación sobre comercio y cadenas de suministro de BloombergNEF. Vagneur-Jones añadió que cree que China seguirá dominando durante al menos la próxima década, si no más.
Aunque Estados Unidos está haciendo por fin un esfuerzo concertado para empezar a acortar distancias, le queda un largo camino por recorrer, y no va a ser fácil. China lleva años de ventaja y sigue avanzando.
Además, los grandes incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación a la producción nacional de energías limpias y a la fabricación están creando nuevas tensiones geopolíticas.
Según los líderes europeos, el hecho de que la ley se centre en la producción nacional por encima del comercio suena a proteccionismo y va en contra del libre mercado y de los lazos económicos entre Estados Unidos y Europa. De hecho, la ley tiene una tendencia muy “America first”, ya que el Presidente Biden ha proclamado que “las cadenas de suministro van a empezar aquí”.
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No hay obstáculos políticos en China
Pero la inversión en energías limpias en Estados Unidos simplemente no es tan fácil como en China. La Ley de Reducción de la Inflación se aprobó a duras penas en el Congreso, y eso sólo después de que el proyecto se suavizara para obtener el apoyo del senador de Virginia Occidental Joe Manchin, que presionó para que se apoyaran más los combustibles fósiles en la legislación.
En China no existen tales obstáculos políticos. Un régimen autoritario y un enfoque centrado en la seguridad y la independencia energéticas han permitido a Pekín dedicar cada vez más dinero a dominar los mercados de energías limpias, y de momento, está dando sus frutos.
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