Las naciones desarrolladas y los accionistas de las grandes petroleras presionan por una transición más rápida hacia la energía limpia, gran parte de América Latina está luchando solo para cubrir sus necesidades básicas de suministro de combustibles fósiles, lo que está obligando a algunos países a depender más de las fuentes de energía contaminantes.
Los expertos que hablaron en la conferencia virtual CERAWeek de este año, que es organizada por IHS Markit, dijeron que una parte de América Latina podría quedarse atrás en la transición energética debido a políticas obsoletas y a las ideas de nacionalismo de recursos en países como Venezuela y México, a esto se combina la necesidad imperiosa en algunas naciones de combustible importado barato.
En este momento, cuando la transición energética está siendo acelerada por las grandes empresas petroleras y los gobiernos en medio de presiones políticas, Europa y ahora Estados Unidos están tomando la iniciativa a través de medidas de neutralización de carbono. “No veo políticas tan agresivas en la región”, dijo a Reuters Decio Oddone, director ejecutivo de la productora brasileña de petróleo y gas Enauta S.A.
En 2018, las naciones latinoamericanas en conjunto emitieron tanto dióxido de carbono como Rusia, el cuarto mayor emisor de CO2 del mundo, según datos de la Agencia Internacional de Energía.
Aumento de las importaciones de combustibles
La región ha aumentado constantemente las importaciones de combustibles para motores, gas natural, fuel oil y diésel para la generación de energía. Esta tendencia solo se interrumpido por la pandemia de coronavirus que minó la demanda de combustible en todo el mundo.
El año pasado, América Latina importó 2,69 millones de bpd de productos crudos y refinados de Estados Unidos, su mayor fuente de importaciones de petróleo, según un análisis de Reuters con base en datos de la Administración de Información de Energía (EIA).
El volumen de 2020 representó una disminución del 12% desde el récord de 3,05 millones de bpd en 2019, aun así, es un 88% más que una década antes.
México vuelve al uso del carbón
El gran congelamiento del mes pasado en Texas eliminó el suministro de gas natural al norte de México, dejando a los hogares sin electricidad y obligando a cientos de fábricas a desacelerar o cerrar. Eso ha motivado al gobierno del país latinoamericano a volver al carbón y al fuel oil para la generación de energía.
En febrero, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ordenó a la eléctrica estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) reabrir las plantas termoeléctricas programadas para su desmantelamiento.
El presidente de México cuestionó la dependencia del país del gas natural estadounidense como principal combustible para la electricidad.
“CFE tiene hoy importantes planes de inversión, pero no incluyen renovables, transmisión o distribución de energía”, dijo Tania Ortiz, directora general de la energética mexicana IEnova, en la conferencia CERAWEeek.
“Para alcanzar la seguridad energética de México, entendida como tener acceso a energía limpia confiable y barata, necesitamos que los sectores público y privado trabajen juntos”.
El consumo de energía final de México creció 2,3% a casi 275,000 Gigawatts por hora (GWh) en 2019, y el gobierno pronosticó un aumento anual de 1,9% hasta 2035. La generación debe crecer en consecuencia para asegurar la posición de la nación como potencia manufacturera y exportadora, dijo Ortiz.
Sin embargo, México ha retrasado las reformas planificadas para limitar las emisiones de los combustibles para motores, incluida una regulación que requiere que los fabricantes de camiones cambien los motores a diésel ultra bajo en azufre.
Mientras tanto, Venezuela, nación seriamente afectada por la falta de inversión y las sanciones de Estados Unidos, no ha realizado avance alguno en implementar políticas para reducir la contaminación de los combustibles para motores desde que su empresa estatal PDVSA eliminó el plomo de la gasolina en el año 2005.
Las excepciones en Latam
America Latina es una región dominada por los combustibles fósiles, sin embargo, países como Perú y Chile han realizado importantes avances en energía solar. También, Brasil ha alcanzado una gran capacidad hidroeléctrica y tiene una apuesta agresiva por los biocombustibles.
La estatal Petrobras tiene una campaña para suministrar biocombustibles a la industria de la aviación.
En Colombia, el presidente Iván Duque está presionando a las empresas para que reduzcan drásticamente las emisiones de CO2 al tiempo que amplían las energías renovables no convencionales.
“Esta es una región muy heterogénea”, dijo Armando Zamora, jefe del regulador petrolero de Colombia. Aquellos países con visión de mercado están progresando hacia la transición energética, pero ese no es el caso donde prevalece el nacionalismo energético.
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