Se espera que Exxon Mobil confirme que comprará a su rival estadounidense Pioneer Natural Resources por unos 60.000 millones de dólares, un acuerdo que le sitúa al frente del mayor yacimiento petrolífero de Estados Unidos y le asegura una década de producción a bajo costo.
El acuerdo podría valer 58.000 millones de dólares, con un precio por acción de 250 dólares, lo que representa una prima del 16% sobre el precio de cierre de Pioneer el jueves pasado, cuando el Wall Street Journal informó sobre las negociaciones de adquisición.
El martes de esta semana, las acciones de la empresa objetivo habían subido a más de 237 dólares por acción. El volumen de la operación equivale aproximadamente al beneficio récord de Exxon en 2022.
La consolidación se ha convertido en el método preferido de crecimiento para las grandes empresas del sector de shale de Estados Unidos.
En los dos últimos años se han producido una serie de grandes operaciones, como la adquisición de Anadarko por Occidental por unos 38.000 millones de dólares.
Pioneer también creció mediante adquisiciones, comprando Parsley Energy por más de 7.000 millones de dólares en 2020 y DoublePoint Energy por más de 6.000 millones en 2021.
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Pioneer es actualmente el segundo mayor productor de la cuenca del Pérmico por producción de petróleo, y una entidad formada por las dos empresas fusionadas convertiría a Exxon en el mayor productor del Pérmico, con un potencial de producción de aproximadamente 1,2 millones de boe/día, superando al actual líder Occidental Petroleum.
Esta sería la mayor adquisición de una empresa este año y la mayor de Exxon desde la compra de Mobil Oil por 81.000 millones de dólares en 1998.
El acuerdo dejará a cuatro de las mayores petroleras estadounidenses con el control de gran parte del yacimiento de shale de la cuenca del Pérmico y su amplia infraestructura petrolífera.
La posible alianza entre Exxon y Pioneer sería sometida a un meticuloso escrutinio por parte de las autoridades antimonopolio, pero hay muchas posibilidades de que se permita llevarla a cabo.
La razón es que la Comisión Federal de Comercio no tiene argumentos de peso contra una fusión entre petroleras estadounidenses.
Según los profesionales del Derecho, la industria petrolera ya ha argumentado con éxito que una fusión local, incluso entre empresas tan grandes, no representaría un motivo de preocupación antimonopolio debido a la naturaleza global y al tamaño del mercado del petróleo.
Además, el upstream no es el centro de atención de las autoridades antimonopolio cuando se trata de la industria petrolera. Esta no es una operación de refinería o de venta al por menor, que suelen ser los principales factores de riesgo antimonopolio.
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